Apóyanos

Los Premios Oscar entre la reivindicación y el reconocimiento al talento

Los Premios Oscar han sido, desde su concepción en 1929, una celebración del cine en su máxima expresión. Cada categoría premia la excelencia, el esfuerzo y la creatividad de quienes trabajan incansablemente para llevar historias a la pantalla grande. Sin embargo, en los últimos años, los discursos de los galardonados han tomado un giro distinto, […]
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email
Foto: AFP

Los Premios Oscar han sido, desde su concepción en 1929, una celebración del cine en su máxima expresión. Cada categoría premia la excelencia, el esfuerzo y la creatividad de quienes trabajan incansablemente para llevar historias a la pantalla grande. Sin embargo, en los últimos años, los discursos de los galardonados han tomado un giro distinto, centrándose más en destacar la identidad personal del ganador que en el mérito del trabajo reconocido.

Un ejemplo claro de esto ocurrió en la gala de los Oscar 2025, cuando Paul Tazewell, ganador del premio a Mejor Vestuario por Wicked, comenzó su discurso destacando que era el "primer hombre negro" en recibir este galardón. Aunque su triunfo es sin duda un logro significativo, es inevitable preguntarse si este es realmente el punto más relevante de la noche, o si lo más importante debería ser la calidad de su trabajo, el diseño innovador y la dedicación que lo llevaron a la victoria.

Históricamente, la categoría de Mejor Vestuario, desde su creación en 1949, ha estado dominada por mujeres, con Dorothy Jeakins y Barbara Karinska como las primeras ganadoras en 1949 por Juana de Arco. De hecho, durante los primeros seis años del premio, solo mujeres fueron reconocidas. No fue sino hasta 1954 que el japonés Sanzo Wada obtuvo el galardón por La puerta del infierno. Es interesante notar que el primer hombre en ganar este premio no fue estadounidense, sino un diseñador japonés de gran prestigio.

Siguiendo con la historia, el primer diseñador abiertamente homosexual en ganar este premio fue Charles Le Maire en 1955 por El hombre del brazo de oro, aunque nunca sintió la necesidad de hacer de su identidad personal el eje de su reconocimiento. ¡Porque la clave estaba en su talento y trayectoria, no en su orientación sexual!

Más adelante, en 1960, Bill Thomas se convirtió en el primer hombre estadounidense en ganar este premio, y en 1976, Milena Canonero se consagró como la ganadora más joven con tan solo 30 años, un logro que habla por sí solo de su genialidad y capacidad profesional. En 2019, Ruth E. Carter hizo historia como la primera afroamericana en llevarse el galardón por su impresionante trabajo en Black Panther. Curiosamente, Paul Tazewell, en su discurso, omitió este hito previo, sentándose solo en el hecho de ser el primer hombre negro en ganar en su categoría.

Si bien hablamos de Mejor Vestuario por ser el tema del discurso de Paul Tazewell, esto quizás suceda en otras categorías, como en la de Mejor Actriz, en la que Karla Sofía Gascón estaba nominada por Emilia Pérez, y cuya bandera de marketing fue el hecho de ser la primera actriz transgénero, cuando lo importante debió ser su calidad interpretativa. De manera similar, también ha sido particular el discurso de Mikey Madison, la protagonista de Anora, reivindicando el papel de las prostitutas, un tema que ha sido tratado en el cine por décadas. Actrices pioneras en interpretar estos roles incluyen a Janet Gaynor en Street Angel (1928), Marlene Dietrich en Morocco (1930) y Vivien Leigh en Waterloo Bridge (1940), quienes lograron transmitir la complejidad de estos personajes sin necesidad de discursos que desviaran la atención de su desempeño artístico.

La pregunta aquí es: ¿Realmente importa si fue el primer negro, el primer asiático, el primer homosexual o el primer zurdo en ganar? La categoría de Mejor Vestuario ha premiado por décadas a quienes demostraron excelencia en su arte, sin distinción de género, etnia o nacionalidad. Y si 70% de los premios han sido otorgados a mujeres, ¿acaso esto ha sido motivo de discursos sobre "ser la primera mujer en ganar" en el pasado? No, porque lo que debe importar es la calidad del trabajo.

El problema con estos discursos es que parecen desviar la atención del verdadero motivo de la celebración: la genialidad artística y el esfuerzo creativo. Se corre el riesgo de convertir los premios en una plataforma para la reivindicación personal y no en lo que realmente son: el reconocimiento del talento cinematográfico.

No se trata de ignorar los avances en diversidad e inclusión, sino de recordar que la bandera más importante que debe levantarse es la del profesionalismo, la honestidad y el respeto por la excelencia. En lugar de enfocarnos en "el primer X en ganar", deberíamos centrarnos en celebrar a los mejores diseñadores de vestuario por su arte, sin importar su color de piel, género o identidad. Porque al final del día, lo que importa no es quién eres, sino cuán bueno eres en lo que haces.

El cine es un arte que trasciende etiquetas y barreras. No es un espacio para segregar el talento en compartimentos identitarios, sino para reconocer la maestría, la creatividad y el impacto de quienes contribuyen a este universo cinematográfico. Mientras sigamos enfocándonos en la superficie y no en la sustancia, estaremos restando valor al verdadero propósito de los concursos y sus premios. Quizás ha llegado el momento de devolver el foco a lo que realmente importa: la calidad del trabajo, el legado artístico y la pasión que define a los grandes del cine.

Relacionadas