Apóyanos

Y cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí

La avalancha de noticias del pasado jueves hizo que pasara desapercibido el último sondeo del CIS que ya da 7 puntos porcentuales de ventaja al PSOE sobre el PP. Es cierto que ni eso consiguió alegrarle el día al presidente del Gobierno. Yo me he pasado ansioso viernes y sábado aguardando uno de esos que […]
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Pedro Sánchez PSOE Santos Cerdán
Foto: EFE

La avalancha de noticias del pasado jueves hizo que pasara desapercibido el último sondeo del CIS que ya da 7 puntos porcentuales de ventaja al PSOE sobre el PP. Es cierto que ni eso consiguió alegrarle el día al presidente del Gobierno. Yo me he pasado ansioso viernes y sábado aguardando uno de esos que llaman «sondeos flash» para confirmar que después de la comparecencia de Pedro Sánchez del pasado jueves por la tarde la intención de voto del PSOE se ha disparado en las encuestas. Pero nada. Mustio collado. Tezanos se resiste a dar una alegría al pobre Sánchez. Con lo mal que lo está pasando.

En este momento es imprescindible levantar el ánimo del decaído jefe supremo y de sus más próximos colaboradores. Ya comprendo que es muy cruel recurrir a la hemeroteca para sacar los cantos de los miembros del Gobierno a la excelsa honradez de Santos Cerdán. La de manos que se han achicharrado. Pero fíjense cómo el miércoles por la mañana en el Congreso de los Diputados, cuando todavía Sánchez no sabía nada del informe de la UCO –según nos aseguró el jueves– ya no quiso poner la mano en el fuego por Cerdán. Ya no era tan valiente. No así mi nunca bien ponderado Napoleonchu, que el mismo jueves a las 8:33 de la mañana en TVE seguía haciendo una defensa sin fisuras de Santos Cerdán del que «tengo muy buen concepto», «lo que debería escandalizar a los españoles son las supuestas investigaciones, los informes, todo el mundo opinando (…) se habla en sitios con rotundidad, con contundencia de algo que lo que voy descubriendo es que nadie sabe si existe de verdad, qué dice, quién lo dice. ¡Eso me escandaliza!». En qué manos estamos. Presidente, un consejo desinteresado, sustituya a Napoleonchu por Rappel, que tiene una visión más acertada de lo que va a ocurrir.

Es impresionante la caterva de paniaguados que conforma nuestro Gobierno. No hay ni uno que haya dicho que esto es intolerable y haya tomado el portante. Aunque no sea más que por el ridículo que han hecho durante meses defendiendo la honorabilidad y pulcritud de un corrupto redomado. Fue muy revelador ver cómo el jueves, en el acto del Palacio Real, todos los ministros presentes lucían amplias sonrisas. Se comentó mucho la ausencia de Alberto Núñez Feijóo, que no aceptó estar al lado del responsable de toda esta corrupción. Pero a mí me pareció mucho más relevante otra ausencia: la de Felipe González. Ese día se conmemoraban los 40 años de la firma de un tratado que rubricó en nombre de España Felipe González. Y él tampoco quiso hacerse la foto al lado de Sánchez. Prefirió irse a un homenaje a Alfredo Pérez Rubalcaba, que como recordó González fue el que se inventó lo del Frankenstein. Dejaron al pobre Rey cargar con esa losa. Gajes del oficio.

A estas alturas Sánchez debe haberse dado cuenta de que su impostación del pasado jueves no ha servido para nada. La corrupción que le rodea sigue ahí y seguirán saliendo cosas, aunque Begoña Gómez esté desaparecida, don Alvarone se resista y David Sánchez ya no cobre un sueldo público. Augusto Monterroso escribió el cuento de terror más corto del mundo. Sólo ocho palabras. «Y cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí». Pues en nuestro caso, Cerdán y Ábalos y Koldo han caído, pero la corrupción sigue aquí.

Artículo publicado en el diario El Debate de España

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