Un respetado amigo, Alexis Ortiz, quien es una destacada personalidad del exilio venezolano en Miami, acaba de presentar un libro de su autoría titulado Decálogo del populismo (Editorial Epsylon Publishing 2025) en el cual describe y analiza con claridad las características propias de esos personajes de la fauna política actual.
A grandes rasgos y sin ceñirnos al orden de desarrollo del autor, en el Decálogo se coloca como primera característica el adanismo que Ortiz ilustra afirmando que el populista cree que todo empieza con él y como consecuencia se conecta con el mesianismo que le hace creer que él es el redentor. Eso también lo conecta con el caudillismo que se exterioriza en una personalidad narcisista, autoritaria, resentida y continuista que lo lleva a creer que su mandato siempre requiere ser alargado para completar su legado. Consecuentemente, el populista no cree en la alternabilidad. ¿Suena familiar?
Lo anterior es perfectamente aplicable tanto al populista de izquierda (Castro, Sánchez, Ortega, etc.) como al de derecha (Trump, Bukele, Milei, etc.).
En nuestra opinión, las características señaladas resultan en buena medida de la proliferación casi incontenible de los medios de comunicación social que incitan al populista a hacer las promesas que le convienen para ser oído y visto por millones de personas. Distinto a antaño cuando la transmisión de mensajes políticos era presencial y ocurría en reuniones o mítines que a lo sumo podían llenar la plaza icónica de una ciudad.
Le sigue el desprecio por la política (antipolítica) al tiempo que le echa la culpa de todo lo malo.
Continúa con el tribalismo que se describe como la necesidad de agitar banderas nacionalistas y promover la xenofobia que suele expresarse en feos atropellos cuyo objetivo es la cancelación de quien tiene ideas diferentes, A ese que hay que cancelarlo, culpabilizarlo y quitarle del medio.
Habiendo tomado nota de lo anteriormente expuesto se nos ocurre contrastarlo con el presidente Milei de Argentina, quien -hasta los momentos- no solo exhibe una limpia legalidad democrática de origen sino que parece -hasta ahora - inclinado a respetar - con esfuerzo- las reglas de juego.
La condición de populista de Milei se hace evidente en la constante aparición en programas de radio y televisión de audiencia masiva en los que una y otra vez utiliza frases y lenguaje soez no compatibles con la dignidad que debe acompañar la figura de un jefe del Estado. Las palabras m… ca… cag… dejan una fea sensación porque no dejan de estar presentes en todos los escenarios, por formales que sean pues se utilizan para descalificar al adversario y criticar alguna idea que alguien esté circulando. ¿Familiar?
Cierto es que las políticas liberales de Milei han tenido bastante éxito local hasta el momento habiendo logrado dominar bastante el flagelo de la inflación , reducir un poco el tamaño de la administración central, lograr también un importante acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y reducir a cero el déficit fiscal en tiempo récord, para lo cual se ha rodeado de un equipo ministerial de primera calidad.
Por lo anterior, este columnista se inclina por aceptar el desempeño de Milei sin por ello dejar de reconocer y criticar la forma como él conduce las relaciones con sus propios colaboradores, a quienes despide cuando le parece conveniente, no sin antes prodigar frases descalificativas. Igual hace con periodistas y dirigentes cuando le viene la gana.
Pese a toda esta prédica en contra de los partidos políticos, el señor Milei ha entendido que para poder lograr el control del Congreso en la venidera elección de medio término (octubre), él también precisa la plataforma de un partido político organizado que no tiene. Para ello su hermana Karina trabaja sin descanso teniendo en cuenta que en la actualidad su movimiento apenas cuenta con poquísimos legisladores que han tenido extremas dificultades para lograr la aprobación de leyes claves para el Ejecutivo.
La reciente condena definitiva a la expresidenta Cristina de Kirchner por defraudar al Estado en una importante obra pública, no es un triunfo del gobierno toda vez que la causa llevaba muchos años tramitando pero le viene a Milei como anillo al dedo, aunque no es obra suya sino de una Corte Suprema autónoma e independiente. (Igualito que nuestro TSJ!!)
Desde que Milei descubrió las delicias de viajar en el avión presidencial no ha parado de hacerlo, en muchos casos en desplazamientos de cuestionable utilidad que no solo incluyen visitas oficiales sino presencia de carácter personal en actos políticos extranjeros donde actúa cual militante local entrometido en temas que están vedados para políticos extranjeros y más aún para dirigentes oficiales. Así ocurrió en un acto oficial del partido Vox en Madrid, otro del Partido Popular de España y otro donde azuzó a la concurrencia para salir a perseguir a algunos dirigentes acusados de corrupción (bandidos según él) En la ocasión se ofreció para acompañar a quienes así actuaran.
Cierto es también que la llave con el presidente Trump ha producido algunas fotos y comentarios favorables del norteamericano. Tampoco deja de ser cierto y rentable la intervención del gobierno argentino en la exitosa "Operación Guacamaya" que permitió liberar a quienes llevaban más de un año mantenidos como rehenes en la Embajada de Argentina en Caracas,
Desde esta columna deseamos la mejor suerte al presidente Milei, su éxito será el de su país y repercutirá en la región. Solo aspiramos a que como jefe del Estado que es, no clausure sus actos formales con consignas impropias como "viva la libertad carajo” que se atrevió a lanzar a grito pelado el pasado mes de enero en la reunion de Davos, Suiza, en la que dirigió una importante proclama económica ante la crema y nata de autoridades gubernamentales y máximos ejecutivos de las principales empresas del planeta.
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