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La tiranía y el terrorismo de Estado

La tiranía ha decidido ejercer el terrorismo de Estado, es decir, el uso de la violencia para eliminar a los opositores. Un mensaje de amedrentamiento expresado en persecución, amenazas, acusaciones infundadas, detenciones arbitrarias, censuras, desapariciones forzadas, tortura. Infundir miedo a través de una política sistemática y constante es el método criminal que hoy usa en […]
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La tiranía ha decidido ejercer el terrorismo de Estado, es decir, el uso de la violencia para eliminar a los opositores. Un mensaje de amedrentamiento expresado en persecución, amenazas, acusaciones infundadas, detenciones arbitrarias, censuras, desapariciones forzadas, tortura. Infundir miedo a través de una política sistemática y constante es el método criminal que hoy usa en su fase terminal.

Sin suspender los derechos y las garantías, los derechos humanos están abolidos. No hay libertad de expresión, ni de información, menos de pensamiento, tampoco de tránsito o de movimiento, ni el libre proceso ante acusaciones infundadas que construyen en laboratorios asesorados por los esbirros cubanos que saben que la libertad de Venezuela significará el fin de la tiranía instalada en la isla desde 1959.

La desaparición forzada es frecuente. Desaparecen a los perseguidos, niegan información sobre su paradero, incluso su detención y, si lo aceptan, esconden el sitio de tortura, violando todas las normas y principios internacionales de protección de las personas. La desaparición forzada es un crimen de lesa humanidad, como lo es la persecución y la tortura sistemática, lo que conocen algunos tribunales, incluso la Corte Penal Internacional, que en algún momento se pronunciarán para que los responsables rindan cuenta ante la justicia.

Ante esta terrible práctica de un régimen además involucrado, como se sabe, en actividades transnacionales ilícitas que ponen en peligro la seguridad y la estabilidad internacional y de otros países, la comunidad internacional en general guarda un silencio cómplice, incluso ante los dictámenes y recomendaciones y señalamiento de los órganos internacionales creados por los mismos Estados.

Los venezolanos estamos sufriendo una de las dictaduras más sanguinarias de la historia que utiliza todas las prácticas para sobrevivir, incluso, la toma de rehenes para obtener beneficios sobre todo el levantamiento de algunas sanciones que le permitan oxigenarse para continuar destruyendo el país, sometiendo a su gente y avanzando hacia un Estado comunal que cerraría, si no se detiene, el ejercicio de todos los derechos humanos, incluso, el de elegir a nuestras autoridades y nuestro destino político que estaría en grupos comunales designados desde el poder.

La comunidad internacional, más la regional, deben aceptar que el problema de Venezuela, la enorme crisis que atraviesa, no es un problema exclusivo de los venezolanos. Por el contrario, es un problema de todos pues no hay dudas de que la exportación de la supuesta revolución bolivariana intenta desestabilizar la región e imponer un sistema político que no tiene cabida en la sociedad actual.

Llega el momento de más acciones. Es cierto que las sanciones o medidas restrictivas -como las define la Unión Europea- están allí, pero no parecen todavía suficiente porque la tiranía encuentra, por la falta de solidaridad general y de apoyo universal a esas sanciones, el camino para evadirlas y continuar sobreviviendo, en perjuicio de millones de venezolanos, hoy más de 9 MM que han debido huir.

El retorno a la democracia, garantía de seguridad y de bienestar para todos hará que millones de venezolanos regresen a encontrarse con los suyos en este país lleno de riquezas naturales y espirituales y juntos hagamos la Venezuela que todos queremos.

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