Apóyanos

La misma miasma

Si la memoria no me falla, y las cuentas no me traicionan, hace dos meses y medio terminó la Semana Santa de este año.  Sin embargo, hay por ahí una cofradía de ciertos paisanos que parece no haber caído en cuenta que la temporada, de gimoteos casi lúbricos y gestos grandilocuentes, ya pasó. Es la […]
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Si la memoria no me falla, y las cuentas no me traicionan, hace dos meses y medio terminó la Semana Santa de este año.  Sin embargo, hay por ahí una cofradía de ciertos paisanos que parece no haber caído en cuenta que la temporada, de gimoteos casi lúbricos y gestos grandilocuentes, ya pasó. Es la Sacrosanta Hermandad de los Comulgantes del Proceso.

Se les ve parados en cualquier esquina, o ante algún micrófono, propio o prestado, proclamar –con el pecho hundido, la cara desencajada, gestos abotargados y la panza prominente– que en urgente y necesaria la unidad, si y solo si es en función de lo que cada cual plantea. Pasan de caperuzas en el cogote y cirios en la mano. Proclaman que no es tiempo de veleidades, ni de intereses mezquinos, nada más se trata del bien de nuestros amados conciudadanos que merecen una dirigencia acorde con el momento histórico que vivimos… Y por ahí sigue la ristra de zoquetadas, más bien pendejadas, que van enhebrando con singular prodigio. Si fueran monjas benedictinas tejedoras de encaje no lo harían con mayor virtuosismo.

Es necesario apuntar que semejante fauna no es propia de un espacio en particular. Los encuentra en cualquiera sea la parte a la que usted voltee la cabeza. España es un muladar en el que vemos a un trío de malvivientes como Cebrán, Ábalos y Koldo amos y señores del cotarro, que han repartido dinero, drogas y damas alegres a manos llenas entre la dirigencia socialista. Mientras tanto, y así como quien no quiere la cosa, su jefe, el zángano mayor Pedro Sánchez, personaje pícaro y siniestro al que todavía un grupo nada desdeñable sigue apoyando, asegura ruborizarse ante semejantes desmanes. Pobrecito el chaval, lo van a enterrar en urna blanca de tan puro que es. Sin dejar de mencionar que quien aparece como relevo es un paniaguado, con cara avinagrada de sacristán chismoso, que sólo se preocupa por mantener su pureza frente a los ultraderechistas de Vox. 

Si mira en Nicaragua verá a doña Rosario, quien camándula en mano, recitará su nombre en honor a las almas benditas del Purgatorio. Ella acongojada, al lado de su amantísimo esposo, ese santo varón que es Daniel Josefino, clamará a los cielos por la protección divina ante tanto calumniador que anda por ahí acusándola de todos los desmanes gozados y por hacer.

Si ve hacia Cuba se le hará delirante observar a Miguel Mario Díaz-Canel, ese querubín de los espacios celestes caído en la tierra, eleva con plácido gesto su azul mirada al empíreo. Seguramente se exaltará al observarlo ofrecer al ser supremo la justicia que, pese al malhadado bloqueo imperialista, se han esforzado, él y sus amados camaradas del comité central del partido, para amar a su sufriente pueblo. ¡Qué Bartolomé de las Casas ni qué niño muerto!

En Chile, México, Francia, es el mismo repertorio. 

Ni hablar de nuestro patio donde hay que apretar el rúcano contra el taburete para no caer sentado ante los desmanes y aspavientos de la casta política. 

Uno ve los gestos altaneros del señor ese de la macana y no tiene nada que envidiarle a los del señor aquel de Maracaibo, el que está más operado que una empanada de las que vendían en El Palito, a la entrada de Puerto Cabello.  ¿Qué le puede envidiar en untuosidad y malas intenciones Timoteo Zambrano a Jorge Rodríguez?  Tal vez el tono de niña decente de colegio de monjas que le gusta tanto emplear al honorable presidente de la muy digna Asamblea Nacional de Venezuela.  

Parece que el encargado de seleccionar el elenco, casting como les encanta decir a los parejeros de hoy, es uno y múltiple, es más arrecho –perdón por el francés– que la Santísima Trinidad que aseguran es uno y trino.  

Trina uno de la ira ante este cardumen de jicoteas ampulosas que, desde Berlín a Japón, pasando por trópicos, polos y meridianos, han sido cortados con el mismo molde.  Y ellos ya ni se ocupan de simularlo, más bien nos los restriegan por donde se les antoja, porque para algo son dirigentes. 

© Alfredo Cedeño  

http://textosyfotos.blogspot.com/

alfredorcs@gmail.com

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