
“Otro crítico referencial fue Roberto Guevara (Barquisimeto, 1932 – Caracas, 1998), quien mantuvo una columna en el diario El Nacional por más de tres décadas. Guevara poseía el don de la palabra y también un particular discernimiento en torno a las diferentes corrientes artísticas”
Por TAHÍA RIVERO
La historia y la crítica del arte se redefinen permanentemente. Podríamos decir que la crítica es básicamente la reseña de teorías e ideas implícitas en torno a la imagen, es decir, a la obra en sí misma.
En los años setenta, una de las críticas de arte con mayor notoriedad en la región fue Marta Traba (Buenos Aires, 1930 – Madrid, 1983), quien defendía la resistencia del arte latinoamericano frente a la hegemonía europea y estadounidense. Traba viajó y vivió en varios países latinoamericanos resaltando lo singular de sus lenguajes visuales, reconociendo lo entrañable de su riqueza y autonomía cultural. Su ideología política le ocasionó no pocas dificultades. Durante su permanencia en nuestro país, promovió a los artistas que marchaban contracorriente de las tendencias dominantes. En su columna de la prensa nacional abría polémicas enriquecedoras pero no menos controversiales. Traba señalaba cómo la bonanza petrolera de esos años propulsó un arte geométrico que se instauró como símbolo de un país moderno. Efectivamente, el cinetismo devino en el arte oficial, dejando de lado otras manifestaciones más cónsonas con el territorio.
Otro crítico referencial fue Roberto Guevara (Barquisimeto, 1932 – Caracas, 1998), quien mantuvo una columna en el diario El Nacional por más de tres décadas. Guevara poseía el don de la palabra y también un particular discernimiento en torno a las diferentes corrientes artísticas que en los años setenta y ochenta, comenzaban a perfilar una mirada hacia el país. Su gran desafío como gestor cultural y curador fue la Bienal Barro de América en sus tres ediciones. Un proyecto expositivo continental que hizo visible la emancipación formal de la cerámica para mostrarla como elemento ritual y como soporte del arte contemporáneo. Guevara logró ampliar el concepto de lo artesanal en la cerámica para incentivar la creatividad en el campo expandido del material.
En un panorama de crisis marcado por la desaparición de la prensa impresa, los suplementos culturales y en general la industria editorial, la crítica de arte como ejercicio ha perdido presencia.
Pero el desvanecimiento de la crítica de arte también se debe a las nuevas prácticas del arte contemporáneo que han propiciado la resignificación de la curaduría, la cual incluye contenido crítico como requisito para activar la obra para movilizar al espectador. Ya no prevalece el sentido estético tan caro a la crítica de arte, porque el arte contemporáneo no responde a los lineamientos universales de la historia del arte.
En la actualidad, la curaduría es inherente al arte contemporáneo, a la génesis y concepto de la obra, por ello se cruza con la crítica de arte y va más allá. Para la curaduría no solo es importante el análisis del objeto sino también el contexto, lo político, la herencia cultural, el proceso que involucra la producción, la manera como se exhibe en el espacio, los textos que lo acompañan, las instituciones que lo contienen,
Se trata, en todo caso, de matrices teóricas permeables y amplias donde no hay límites definidos, en permanente cambio. Tanto así que se desplaza la obra de arte desde la idea hasta ubicarse en los más disímiles objetos extra artísticos.