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Alejandro Hidalgo: “El cine de terror no es lo único por lo que me recordarán”

El director caraqueño estrena este jueves en salas nacionales su más reciente producción, No voltees, donde cuenta la historia de dos hermanos, Aurora y Martín, que se enfrentan a una entidad diabólica al llegar a la terrorífica casa de su madre. Disponible fuera de Venezuela en la plataforma Tubi, el cineasta quiso traerla al país por compromiso y agradecimiento con el público que le vio comenzar su carrera con La casa del fin de los tiempos, de la que sigue trabajando en un remake con un actor confirmado que no puede revelar y con el prestigioso Mike Medavoy como productor. También prepara la segunda parte de El exorcismo de Dios, titulada El exorcismo de Cristo, en la que volverá a contar en el reparto con María Gabriela de Faría
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El cine de Alejandro Hidalgo tiene características que son reconocibles si se miran con atención sus producciones. Es un director al que le gusta sorprender e impactar, sea con giros de tuerca o imágenes terroríficas, y a la vez tocar temas que podrían ser controversiales en la actualidad. En La casa del fin de los tiempos, su ópera prima, aborda el tiempo y los conflictos familiares en una casa en la que ocurren fenómenos extraños; en El exorcismo de Dios muestra la culpa de un sacerdote que trata de practicar un exorcismo y en No voltees, su filme más reciente, echa mano de lo sobrenatural para contar una historia de maltrato infantil, machismo, abuso y homofobia.

Solo que esta vez el cineasta no es el creador propiamente de la historia, sino que lo invitaron a participar como director y, fuera del país, está disponible en la plataforma de streaming Tubi. La idea, que trabajó con el guionista mexicano Ricardo Avilés, contiene muchos de los temas que le han interesado antes, como lo sobrenatural, lo humano y el drama. Al principio el filme se llamaría El inquilino, pero Hidalgo fue quien propuso cambiar el nombre por No voltees con la finalidad de tratar los dos tipos de terror que, explicó, se desarrollan en el filme.

Por un lado está el terror sobrenatural representado por una entidad maligna que vive en la casa de la madre (Lucero Trejo) de Aurora (Paulette Hernández) y Martín (Alan Alarcón) y que ataca a sus víctimas cuando miran hacia atrás. Luego está el miedo a mirar atrás para enfrentar las heridas y traumas del pasado.

Por eso Aurora, en el fondo, no quiere volver a la casa de su mamá cuando se entera de que murió el empleado que la cuidaba mientras su salud se deteriora. Mirar atrás para ella, desde que comienza la película, significa encontrarse con un ser demoníaco y a la vez regresar a un dolor que intentó sepultar en su adultez. Martín, su hermano, es quizás más inocente y por eso Aurora siempre intentará protegerlo.

Alejandro Hidalgo trabajó el guion del filme con el mexicano Ricardo Avilés | Abraham Tovar

No voltees es un drama sobre el dolor, una historia de amor filial de dos hermanos que intentan luchar juntos y un encuentro con el miedo. Cuenta con un equipo internacional en el que están los mencionados actores mexicanos, la producción y fotografía de los venezolanos Valentina Bove y Horacio Martínez, respectivamente, también participaron miembros del equipo del filme nominado a los Oscar La sociedad de la nieve —Javi Barboza, Santiago López Rodríguez, Diego Robino y Lilia Scenna.

Si bien se rodó en Uruguay, está ambientada en México.

“Fue un universo nuevo. En otras historias soy el padre de la criatura desde el origen, las construí y escribí. En esta oportunidad recibí una historia y traté de elevarla lo más que se pudiera, trabajando de la mano con el guionista. Los directores, así como dirigen actores, pueden trabajar de la mano con el guionista y traer aportes creativos para lograr una historia que, aunque no es tuya, tiene tu esencia y sello”, expresó Hidalgo en una entrevista en los espacios de Cines Unidos.

No voltees se estrena en salas nacionales este 19 de junio. Para Hidalgo es esencial mostrar su trabajo en casa, tanto por su cariño hacia el país como por lo significativo que es distribuir en el lugar donde comenzó su carrera con La casa del fin de los tiempos, la película de terror más taquillera en Venezuela. “Cómo no voy a volver a mi casa, al lugar donde vive mi familia, y compartir mi obra. Y más si la pueden disfrutar en la pantalla grande. Es un regalo para mí y un regalo que también quiero hacerle a mi público”, dijo el director, que trabaja actualmente en la segunda parte de El exorcismo de Dios, que se titulará El exorcismo de Cristo y contará de nuevo en su reparto con María Gabriela de Faría, y en el remake de La casa del fin de los tiempos, en la que tiene como productor al prestigioso Mike Medavoy, que ha estado detrás de proyectos como The PromiseEl cisne negro o Zodiac.

—¿Cómo surge la idea de No voltees?

—La idea la trabajó el guionista Ricardo Avilés. Yo fui invitado a dirigirla. Me encontré con una historia que conecta con las esencias temáticas de mis propias obras, que abordan el aspecto sobrenatural pero también el humano o el drama. Me emocioné y quise traer mis ideas. Yo fui quien de alguna manera cambió el título de la película. Antes se llamaba El inquilino y lo transformamos a No voltees. Tratamos de abordar dos tipos de terror. Por un lado el sobrenatural que es esa entidad perversa y oscura que te ataca cuando miras atrás y al mismo tiempo está el miedo de mirar atrás para confrontar tus heridas, tu pasado y tus traumas como única manera de sanar. Le di parte de mi esencia para fortalecer el ritmo de la estructura dramática, del guion, y al mismo tiempo diseñar juntos todos estos momentos de terror para hacerlos más originales, jugar con el lenguaje cinematográfico para construir una tensión que explote en gritos, tensión y risas nerviosas.

—Sus películas previas, La casa del fin de los tiempos y El exorcismo de Dios, nacieron de ideas propias. Esta fue una invitación. ¿Qué significó esta experiencia para usted?

—Fue un universo nuevo. En otras historias soy el padre de la criatura desde el origen, las construí y escribí. En esta oportunidad recibí una historia y traté de elevarla lo más que se pudiera, trabajando de la mano con el guionista. Los directores, así como dirigen actores, pueden trabajar de la mano con el guionista y traer aportes creativos para lograr una historia que, aunque no es tuya, tiene tu esencia y sello. Fue una experiencia interesante y apasionante. Cuando le digo que sí a un proyecto entrego toda mi energía. Me siento muy orgulloso del resultado porque creo que es una película que, más allá de aterrar, puede conmover y es lo que busco como director y cineasta.

—En No voltees vuelve a ese lado emotivo de La casa del fin de los tiempos con situaciones como la relación de los dos hermanos.

—Me parece fascinante poder utilizar el género como una herramienta para contar historias con valor y significado, todo el espectáculo y el impacto emocional del género para contar una historia humana. Realmente el trauma y el terror que vivían estos dos niños, esa dinámica familiar perversa, pueden ser más aterradores que cualquier experiencia sobrenatural. Es algo hermoso combinar los dos tipos de terror para hablar, reflexionar y repudiar la violencia doméstica, la violencia infantil o la homofobia. La gente podrá asustarse, sentir el entretenimiento o disfrutar y dejarse envolver por el espectáculo, pero al final saldrá de la sala reflexionando de un tema que tenemos que sacudirnos. Especialmente en Latinoamérica, donde todavía uno ve a padres pegándoles a los niños. Todavía se ve un alto índice de homofobia. Me llamó la atención que ayer (10 de junio, día de la premier del filme en Venezuela) en una escena de romance homosexual unas tres personas se salieron del cine. Porque tal vez no lo ven como algo natural y realmente son prejuicios que tenemos que romper.

—La actuación de los protagonistas es muy impactante, sobre todo la de Paulette Hernández. ¿Podría hablarnos de cómo fue el trabajo con ellos?

—Todo comenzó con un proceso riguroso de selección de talento. Vimos muchísimas audiciones. Ahí la intuición del director indica cuál es el actor que nació para darle vida a un personaje. Eso se ve desde el punto de vista físico, psicológico y desde las interpretaciones. Cuando vi a Paulette Hernández, Alan Alarcón y Lucero Trejo dije que ellos eran. Son increíbles. Yo no ensayo con los actores las escenas del guion, porque entonces cuando llegan al set te encuentras que los actores están mecanizados y repitiendo emociones. Yo quiero que ellos reaccionen de manera honesta a algo que no ven venir. Que se entreguen al tiempo presente. Al aquí y al ahora. Como director les recuerdo el lugar del que vienen y el propósito de la escena, la motivación de los personajes. Especialmente en un rodaje donde no filmas de manera secuencial desde la escena uno hasta la última. Puedes empezar por la 50, luego ir a la 15 o a la 90 y tú tienes que ser el continuista emocional de los actores. Les susurro cosas al oído que son como los pensamientos que los detonan para que reaccionen de manera honesta.

—Si bien es una película que le ofrecieron, hay características que parecen provenir de su estilo como el hecho de que los personajes no puedan voltear por el miedo a una entidad que no sabemos qué es. ¿Aportes así fueron suyos o los trabajó con el guionista desde antes?

En la primera versión ya estaba. Traté fue de mejorar las piezas y reestructurarlas para darle más terror a la película. El juego de los flashback para establecer una manera cuántica de estar conectado con el pasado y el presente a la vez es algo que de alguna manera toqué en La casa del fin de los tiempos, donde de forma más literal ocurren viajes en el tiempo. Creo que esa fue la esencia que le puse, además del lenguaje con el que llevo a los actores, el modo en que me gusta usar la música para aterrar y conmover, cómo tocar aspectos humanos y que no sea una película de terror en la que solo vas a llevarte sustos, sino que te quedes con una experiencia humana llena de reflexiones que te pueden hacer sentir compasión.

—¿De dónde obtiene Alejandro Hidalgo los temas que toca? ¿Qué piensa antes de hacer una película? ¿Se considera una persona reflexiva o filosófica?

—Trato de ser muy observador con el entorno. Me gusta ofrecer experiencias cinematográficas cargadas de mucha tensión. Que sean muy intensas emocionalmente. Al mismo tiempo me gusta reflexionar de temas que son interesantes y en los que pueda sumar para hacerlos mejor. De eso se trata el arte. No es que pienso una película para hablar contra la homofobia, el abuso sexual o la violencia doméstica, sino que son temas que ocurren de manera recurrente en la sociedad, en muchísimos países, muchísimo en Latinoamérica, en Venezuela o México, donde vivo. Creo que hay que usar nuestra voz no solo para entretener, sino también para despertar a la gente a través del entretenimiento y que las personas puedan ver las cosas de otra manera.

Hidalgo
En el equipo de producción de No voltees hay ejecutivos de La sociedad de la nieve | Abraham Tovar

—¿Cómo fue para usted la experiencia de rodar en Uruguay?

—Emocionante. Nunca había ido a Uruguay. Estuve en Montevideo. Es un lugar de gente cálida, amable, muy profesional y entregada. Trabajamos con un equipo de producción de primera, que fueron los que produjeron La sociedad de la nieve en Uruguay. Tenemos sello venezolano en la película. Estoy yo como director, la productora, la cabeza de todo el proyecto, que trabajaba en Tubi, es la venezolana Valentina Bove; también estuvo mi mano derecha, el director de fotografía (Horacio Martínez), que hizo estas atmósferas tan hermosas de oscuridad, de claroscuros. El compositor (Alaín Gómez) también es venezolano. Es una película que tiene sellos de todos lados porque fue mandada a hacer por una plataforma estadounidense, se grabó en Uruguay pero realmente la historia ocurre en México, con actores mexicanos y el director y gran parte de los jefes del equipo resultamos ser venezolanos. Tal vez no tiene el certificado de película venezolana, pero sí tiene una esencia muy venezolana por todos los artistas venezolanos que estuvimos ahí. Tal vez una esencia latinoamericana, ¿no?, por todos los que participamos.

—¿Qué significa México para usted?

—Es una segunda casa. Un país que me abrió las puertas. Hay una calidez humana hermosa, muchísima cultura, mucho arte, mucha trayectoria en el arte cinematográfico. Me encanta aprender de ellos porque tienen una industria bastante sólida. Se producen cientos de películas y series al año y la verdad es que es un mercado grande. Por ejemplo, con el cine de género: es el país que más consume terror en el mundo, por la afición que tienen respecto al tema de la muerte y sus raíces católicas. A nivel cultural me he ido adaptando, entendiendo la cultura y las diferencias con la nuestra. Todo  eso lo he ido absorbiendo y lo utilicé como herramienta para contar esta historia mexicana de manera fiel y fidedigna.

—A pesar de que no tiene la certificación, ¿la considera una película venezolana?

—En mi corazón la siento venezolana. Absolutamente. Con una tragedia como la que se ha vivido en Venezuela, con un éxodo tan masivo, hay venezolanos fuera haciendo arte, cine, también los hay aquí, a todos los admiro por igual. No es una carrera fácil ni dentro ni fuera de Venezuela. Estamos contando historias, somos todos hermanos nacidos en la misma tierra. Si los norteamericanos pueden hacer historias que ocurren en cualquier latitud del mundo y cualquier época, ¿por qué nosotros los latinos no?

—¿Cree que en algún momento se le dé esa certificación?

—No cumplimos con los parámetros. Cumplimos con algunos, pero no con todos. La titularidad de la película no es mía, es de la compañía americana que invirtió en el proyecto. Al no tener esa titularidad, no puedo promulgarla como venezolana en el ámbito legal,  pero en el ámbito artístico, sí lo es.

—Y, sin embargo, decidió distribuirla aquí en salas.

—Exacto. La película llegó directamente a la plataforma Tubi y está en los países donde está disponible, como Estados Unidos, México, pero en Venezuela no. Como cineasta venezolano que ama sus raíces, y además amante del cine y de la gran pantalla, la traje para compartirla con mi público.

—En No voltees hay un giro de tuerca. ¿Usted siempre quiere sorprender al público?

—Es la experiencia que trato de buscar cuando veo una película. Uno ve tantas historias y películas que a veces ya casi nada sorprende. Hay que tratar de buscar una nueva mirada. Algo que sea novedoso a nivel temático, a nivel de los personajes, darles una voz única para tratar de sorprender al público. La idea es que el público no vea lo mismo siempre, sino que vea una propuesta que tal vez podría tener principios, porque el género tiene sus principios establecidos, pero con una historia impactante, novedosa y que, sí, sea desgarradora, que nos cuestione. Que no solamente sea complaciente y ya.

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"Me parece fascinante poder utilizar el género como una herramienta para contar historias con valor y significado" | Abraham Tovar

—¿Siente que ha madurado su forma de narrar con el paso de los años?

—Absolutamente. Pensaba que la figura del director era como un militar o un general que daba órdenes al equipo para que se hiciera la película como él la traía en su cabeza. Realmente ser un buen líder no implica imponer decisiones, se trata más bien de trabajar y rodearse del mejor equipo, de recibir los aportes creativos y ver cuáles funcionan a favor de la visión que tienes como artista para contar la obra. Son cosas que he aprendido y que me han hecho ser más eficiente tanto en la narrativa cinematográfica como en la ejecución. La casa del fin de los tiempos, por ejemplo, se rodó en 42 días. No voltees se rodó en 18. Es una película que tiene un mayor valor de producción, las puestas de escena son más complejas, la dirección de actores fue rica en detalles. Eso es algo que vas logrando a través de la experiencia. Sin La casa del fin de los tiempos y sin El exorcismo de Dios esta película no sería lo que es.

—¿Hay directores, cineastas o actores con los que sueñe trabajar, por ejemplo, Christopher Nolan?

—¡Qué sueño, qué sueño! (ríe). Lo mencionas porque dije en una clase en Mérida que lo conocí. Christopher Nolan es uno de mis ídolos. No sé si trabajaría con él porque es director y yo también. No creo que vaya a querer producir una película mía porque solamente produce las suyas. Pero admiro a muchos cineastas y actores, como a Édgar Ramírez por todo lo que ha hecho en Hollywood, al igual que a María Gabriela (de Faría). Tuve el honor de trabajar con ella y espero pronto poder trabajar con Édgar. Estoy trabajando con un ídolo al que admiro mucho para el remake de La casa del fin de los tiempos, el productor Mike Medavoy, una leyenda con una trayectoria enorme en la industria. Cofundó el estudio TriStar, por lo que fue ejecutivo de películas como RockyTerminator uno y dos, Apocalypse NowEl silencio de los inocentes y además produjo El cisne negro, que es de mis obras favoritas de todos los tiempos, y la película de (Martin) Scorsese La isla siniestra, con (Leonardo) DiCaprio. Nada más que una persona como él, que ha producido títulos que han hecho historia, crea en mí me hace sentir orgulloso. Estamos trabajando de la mano y me ha dado notas para mejorar el guion del remake. Estamos avanzando. Ya tenemos un actor confirmado que no puedo revelar aún. Pero estoy emocionado porque cada día el proyecto se va materializando con más fuerza.

—Todavía no se sabe cuándo lo podremos ver.

—Todavía no se sabe, pero estamos buscando filmar muy pronto.

—Usted es un director venezolano que acaba de hacer una película grabada en Uruguay pero ambientada en México. Ha pasado algo similar con Lorenzo Vigas, que hizo una película venezolana, La caja, que se desarrolla en México, mientras otros cineastas siguen grabando aquí. Pareciera que el cine, en general para el mundo, y en particular para Venezuela debido a la migración, se ha vuelto cada vez más internacional en sus producciones. Muchas películas con personas de distintas nacionalidades involucradas. ¿Qué opinión tiene de tales circunstancias?

—Es necesario que ocurra. ¿Hablamos de 7 u 8 millones de personas que se fueron? ¿6 millones por lo bajo? Y siguen siendo venezolanos que viven fuera de Venezuela. ¿Entonces por qué sus obras, si se hacen fuera de Venezuela, dejarían de serlo? Tenemos creadores fuera y hay un aspecto muy positivo de eso: nos estamos nutriendo de otras industrias, de otras cinematografías. Eso está fortaleciendo nuestro lenguaje y evolución. Por eso cada día se ven películas venezolanas, tanto hechas fuera como hechas dentro, que presentan valores de producción bastante sólidos. Yo estuve gratamente sorprendido por SimónOnce Upon a Time in Venezuela: ¡guao, qué nivel de documental! Son obras hechas en latitudes diferentes con temáticas venezolanas. Tal vez las últimas dos mías no han tocado temáticas directamente venezolanas, pero en algún momento lo voy a hacer. También uno se abre camino dentro del rango de posibilidades que tiene.

—¿Por qué fue importante para usted distribuir la película aquí?

—Empecé aquí. Estrené La casa del fin de los tiempos en las salas de cine de mi país. Tuve un recibimiento enorme. Duró nueve meses en el cine. Al día de hoy sigue siendo la película de terror que más taquilla ha hecho en el país, por encima de cualquier película de terror hollywoodense. Gracias a eso se me abrieron las puertas a nivel internacional. ¿Cómo no voy a estar siempre agradecido por eso? Cómo no voy a volver a mi casa, al lugar donde vive mi familia, y compartir mi obra. Y más si la pueden disfrutar en la pantalla grande. Es un regalo para mí y un regalo que también quiero hacerle a mi público por agradecimiento.

—¿Tenía tiempo sin venir?

—La última vez que vine fue durante las elecciones.

—¿Cómo se siente estando aquí, en su ciudad?

—Es extraño porque es el lugar al que perteneces, el que amas, donde está la familia, donde está el mejor clima, donde está tu comida, pero también se siente un poco ajeno al sentir que todos tus amigos de la infancia o que gran parte de tu familia no están. La realidad es muy extraña. No puedo creer que los productos que compro aquí en la calle tengan un valor que duplica lo que puede costar en México. Con una economía tan dura cómo puede haber precios tan inflados. Sé que no estamos hablando de cine, pero es que estoy en shock porque no puedo entender cómo las cosas están así.

—Estamos en un tiempo complejo para nuestro cine. El año pasado la taquilla para películas venezolanas fue baja y ahora se suspendió el Festival del Cine Venezolano. ¿Usted cómo percibe esa situación?

—Siento que hay un apetito enorme de jóvenes y talentos venezolanos por contar historias. Pero la realidad actual hace que la labor del cine, que ya era titánica, sea 10 veces más titánica. Cuando recibí el financiamiento del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) para hacer La casa del fin de los tiempos fueron 330.000 dólares. Ahorita el CNAC no puede darte más de 20.000 dólares para desarrollar un proyecto. Entonces estamos viendo que a las carteleras están llegando películas que se hacen con ¿20.000 o 30.000 dólares? Y lamentablemente el cine cuesta dinero. Necesitas dinero para tener un buen valor de producción, buena iluminación, buen sonido, fotografía, efectos, un buen montaje. Muchas películas venezolanas, y se están haciendo muchas, en su gran mayoría carecen del valor de producción mínimo al que la audiencia está acostumbrada. Sobre todo cuando la competencia es Hollywood. Cuando tu película de 20.000 dólares se estrena al lado de una de 150 millones de dólares, el público va a preferir la otra. También el público busca entretenimiento, diversión, y las películas venezolanas muchas veces tienen un enfoque social, artístico, lo que es muy válido y es más recibido en los festivales que por el público. Yo por eso trato de jugar por el camino del medio, de jugar a hacer espectáculo, entretener al público, impactarlo, pero dentro de ese entretenimiento puedes hablar de cosas importantes como la violencia doméstica, el abuso infantil, la homofobia; no tiene que ser una película que solo gire en torno a eso. Tal vez el único comentario y la invitación que haría a la mayoría de nuestros cineastas sería a, ya que hay tantas limitaciones, buscar maneras creativas de romperlas. Si vamos a contar una historia con pocos recursos, de poco presupuesto, busquemos que la historia se adapte a eso. Una historia tipo El proyecto de la Bruja de Blair, si hablamos de terror, o Actividad paranormal. En 2015 vi Room, en la que todo ocurre en un cuarto y Brian Larson ganó el Oscar. Es con un niño que no conocía el mundo fuera de un cuarto y después te das cuenta por qué. Es una visión fascinante y creativa que puede conectar con el público e impactar sin que se necesiten grandes recursos. Si no tenemos recursos, tenemos que romper las limitaciones con creatividad.

—¿Hacia dónde apunta ahora el cine de Alejandro Hidalgo? ¿Cuáles son sus próximas búsquedas?

—Estoy abierto a lo que el universo me presente. Ahora mismo estoy en conversaciones para dirigir una película en Polonia, que es un filme de terror slasher, ni siquiera es el tipo particular de género que más me mueve. Pero creo que la película me ofrece oportunidades increíbles, monetarias, de aprendizaje, de crecimiento, de saber trabajar con efectos prácticos en el set para tener todavía más herramientas para mis próximos proyectos. Estoy también levantando la secuela de El exorcismo de Dios, que se llamará El exorcismo de Cristo. Será una película muy aterradora, también muy polémica, en la que contamos ya con la participación  de María Gabriela de Faría para retornar en el rol de Esperanza. Es la continuación de la primera parte, en la que el padre Peter llega al Vaticano poseído. Al mismo tiempo se va a contar el pasado, 2.000 años antes, y veremos algunos de los exorcismos que hizo el propio Jesucristo y que aparecen en la Biblia. Estoy con el remake de La casa del fin de los tiempos. Creo que mi visión como cineasta es tratar de llegar a la audiencia más masiva posible. Llegar a un público internacional para conectar con una audiencia grande y tratar de conmoverlos, impactarlos, sacudirlos y compartir mi verdad y mis visiones. No me quiero quedar atrapado en una sola frontera. Quiero llegar a todas, sea con una película cien por ciento venezolana, como La casa del fin de los tiempos, o con películas más internacionales. Sigo con el sueño de volver a filmar aquí y de explorar otros géneros. Luego de estas películas que tengo en desarrollo espero hacer ciencia ficción, fantasía, drama. El terror es fascinante y uno de mis géneros, pero más adelante verán que no es por lo único por lo que me recordarán.

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