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Woody Allen no se rinde

A sus 88 años Woody Allen sigue dirigiendo (el dato de la longevidad vital y artística no es exclusivo, pensemos en su compatriota Clint Eastwood, de 95 años y en el legendario portugués Manoel de Oliveira que filmó su última película a los 106 años en 2014). Sorprende su vitalidad y su capacidad de trabajo […]
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A sus 88 años Woody Allen sigue dirigiendo (el dato de la longevidad vital y artística no es exclusivo, pensemos en su compatriota Clint Eastwood, de 95 años y en el legendario portugués Manoel de Oliveira que filmó su última película a los 106 años en 2014). Sorprende su vitalidad y su capacidad de trabajo que nos regalaba en promedio una película por año, incluyendo en 2016 una disfrutable serie (Crisis en seis escenas), que tristemente no superó los primeros seis capítulos. La crisis de Covid espació sus entregas, pero nos regaló una autobiografía muy sabrosa: A propos of nothing/A propósito de nada. En todo caso, no había habido película de Woody Allen desde Rifkin's festival en 2020 y Coup de chance se estrena, sorpresiva y casi clandestinamente en PrimeVideo con dos años de retraso de su estreno parisino.

Si algo caracteriza el cine de Allen de las últimas tres décadas es la fluidez. Sin duda pesa en este caso la veteranía de un director que acumula 47 títulos. Coup de chance (Golpe de suerte) es un retorno al París de Medianoche en París (2011). Si aquella era una zambullida en la veta nostálgica y una exploración de la generación perdida que marcó a la literatura americana de la década de 1920, este regreso a una ciudad que Allen venera es más bien un reencuentro con sus temas de siempre. Las tensiones del matrimonio, el lado oscuro de las personas, el poder magnético y opaco del azar y el deslizamiento casi natural hacia el delito. Por eso pesa tanto la fluidez del estilo de Woody Allen. Una mujer en un matrimonio en principio feliz encuentra por casualidad un expretendiente. A pesar de su matrimonio bien avenido con un esposo tal vez no tan honesto como puede parecer a primera vista, la tentación de la infidelidad gana y el drama se desenvuelve. Lo sorprendente (como en las mejores entregas, pensemos en Matchpoint, 2005 o El sueño de Cassandra dos años más tarde) es la elegancia, sencillez y parquedad de escenas con las cuales la vida cotidiana se desbarranca hacia el crimen. Este lado siniestro de su cine se desarrolla en contraste con esa fluidez, pero además en un contexto particularmente amable (la campiña inglesa en los dos ejemplos citados, o un inocente campus universitario en otro título escalofriante, Hombre irracional de 2015). El libreto disfruta con estos juegos de contrarios. Los personajes no son intrínsecamente perversos, los escenarios no pueden ser más encantadores (¡Hombre, estamos en una París luminosa y elegante!) y sin embargo la tragedia no puede sino desencadenarse.

Coup de chance es, en este sentido, un ejemplo acabado del estilo que Allen ha venido perfeccionando a lo largo de décadas. Es ingeniosa, delicada, elegante, un poco como un homenaje al cine que el director ha degustado a lo largo de su vida. Un gusto por un cine, por cierto, mucho más europeo que americano. En su salto transatlántico Allen lleva sus dramas neoyorkinos a la única ciudad que puede competir con su cuna creativa: París. Es cierto que ya ha visitado otras ciudades: Barcelona (Vicky Cristina Barcelona, en 2008) o Roma (Para Roma con amor en 2012), pero es solo en Nueva York o París en las cuales los dramas esencialmente privados y urbanos de Allen pueden expandirse con mayor libertad. Libertad que en el universo del director quiere decir, posibilidad de dispararse hacia el amor más sublime o hacia la perdición. En el fondo los personajes centrales de Allen son muy frágiles (como los dos amantes de esta, o la emula de Madame Bovary en Blue Jasmine de 2013) y están a merced de seres siniestros, ricos, poderosos que cederán a sus peores instintos (el tío rico de El sueño de Cassandra es otro ejemplo). Es un universo pesimista para la gente de bien que es empujada por los vendavales del azar hacia las peores situaciones y en manos de los peores personajes.

En este sentido Coup de chance es poco original. El cambio de escenario parece indicar que, en el fondo, importa poco que la gente hable inglés o francés o que la acción transcurra en ciudades fascinantes y amigables. El Mal (así, con mayúsculas) siempre acecha y , lo que es peor, tiene en el azar su mejor aliado. “Todo es imprevisible, salvo el azar” ha dicho con lucidez Paul Valery. Una cita que le calza, como un guante, al cine de Woody Allen.

Coup de chance. Director Woody Allen. Francia. 2023. Con Lou de Laage, Valerie Lemercier, Melvil Poupaud.

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