El Departamento de Estado de Estados Unidos anunció este viernes la designación de la coalición criminal Viv Ansanm y de la pandilla Gran Grif, ambas originarias de Haití, como organizaciones terroristas.
Estas agrupaciones se suman a una lista creciente de organizaciones consideradas amenazas, entre ellas ocho de América Latina como el Cártel de Sinaloa (México), el Tren de Aragua (Venezuela), y la Mara Salvatrucha MS-13 (El Salvador), así como los grupos extremistas Estado Islámico y Al-Qaeda. Las empresas y ciudadanos estadounidenses tienen prohibido hacer negocios o brindar apoyo a estos grupos, bajo pena de sanciones.
"Son una amenaza directa a la seguridad nacional de Estados Unidos y a nuestros intereses en la región. Estas bandas han matado y continúan atacando a personas en Haití, a las fuerzas de seguridad haitianas y al personal de la misión de Apoyo Multinacional a la Seguridad (MSS)", declaró el secretario de Estado, Marco Rubio, mediante un comunicado.
Las bandas terroristas
Viv Ansanm fue formada en 2003 como resultado de una alianza entre las bandas G-9 y G-Pép, las principales estructuras criminales de Puerto Príncipe, ciudad que se encuentra casi completamente bajo control de pandillas tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021.
Esta coalición "ha lanzado ataques coordinados contra infraestructura crítica en Haití, incluyendo prisiones, edificios gubernamentales y el principal aeropuerto de Haití en Puerto Príncipe, como parte de una campaña que, entre otras cosas, forzó la renuncia del exprimer ministro haitiano Ariel Henry" en 2024, según informó el Departamento de Estado.
"Los individuos o entidades que provean apoyo material o recursos a Viv Ansanm o Gran Grif puede enfrentarse a cargos penales y no ser admitidos o expulsados de Estados Unidos", añadió Rubio.
Gran Grif, por su parte, es considerada la pandilla más grande y peligrosa de la región de Artibonito, un área clave por ser la principal zona arrocera de Haití.
De acuerdo con el Gobierno estadounidense, este grupo ha sido responsable de 80 % de las muertes civiles reportadas en Artibonito, así como de múltiples ataques contra la policía haitiana y contra la misión internacional liderada por Kenia, incluyendo el asesinato de un oficial keniano en febrero.
