El historicismo objetivista es ingenuo porque nunca va hasta el fin de sus reflexiones; se fía ciegamente en las presunciones de su método, olvida también una historicidad que también es “suya”. Una conciencia histórica, que se ha propuesto la tarea de ser verdaderamente concreta, debe considerarse ya ella misma cómo fenómeno esencialmente histórico. Sin embargo, definir o plantear la conciencia como conciencia histórica es algo puramente verbal en tanto que la conciencia histórica no esté realizada; es decir, que es preciso interrogar e interrogar radicalmente. Hay una idea de “objeto histórico” que es simplemente el correlato ingenuo del pensamiento histórico objetivista
Hans Gadamer – El problema de la conciencia histórica
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I El fin del historicismo de los tradicionales gobiernos públicos con leyes, procesos y Estados bajo esquemas de estructuras ortodoxas políticas, económicas y culturales
No son casuales las palabras de Gadamer sobre los esquemas y estructuras que han prevalecido desde la moral, ética y contraposiciones en el mundo de la historia y las ciencias sociales, físicas y naturales, máxime cuando han sido extrapoladas por espacios deterministas desde concepciones biológicas cuando la tecnología era un simple arquetipo de sintonía científica, es decir, un integrante subalterno, dentro de la dinámica de las investigaciones y los distintos procesos de evolución científica.
Por ello, no podríamos en pleno siglo XXI, máxime cuando hemos pasado desde una centrífuga biológica estacionaria o muy lenta, hacia un componente biotecnológico que con la autodenominada inteligencia artificial (IA; en inglés), simplemente irradia nuevos componentes propios de las nomenclaturas que hemos denominado suprageocomunicacionalidad y cosmoestadismo; donde la primera es la base fundamental de la contemporaneidad en todas sus áreas de vinculaciones sociales; y la segunda en las relaciones transdisciplinarias de la nueva gobernanza, cuando los Estados deben aceptar que el poder generado por las neotecnológicas superó cualquier sentido de la ortodoxia burocrática, y comprender que solamente podrá haber crecimiento y desarrollo económico y social en la medida que pueda consolidarse máxima autonomía y creatividad individual, que a la postre significa la cima de la horizontalidad colectiva en términos de producción de bienes y servicios, y sobre la base de un oxigonio de educación, ciencia e investigación donde cada una se convierte en una diadema de efectos generativos positivos en los contenidos del tejido social.
Es decir, mientras vemos cómo Estados insisten en continuar bajo los reductos de antiguos paradigmas y aplicando preceptos subrepticios, resulta evidente que al diseminarse las estructuras ortodoxas políticas, económicas y culturales, también ese componente histórico objetivista, como el método científico tradicional, se ven forzados en todos sus componentes en ser (auto)modificados, lo que implica otra concepción en estadio superior al cosmoestadismo; porque precisamente, la necesidad de transformar las viejas connotaciones del conocimiento son las que el efecto biotecnológico sobrepasará, no sólo por efectos de sustitución de equipos informáticos, sino porque nos aproximamos hacia la sustitución de nuevas producciones científicas, y fórmulas químicas y médicas, necesarias para consolidar la evolución humana.
En tal contexto, el historicismo ya no es una simple narrativa de hechos regidos por una dinámica social. La realidad intrínseca de la neohistoria, cambia diariamente en sus términos de acción, efecto y consecuencia; verbigracia, los determinismos y máxime el determinismo histórico, ha quedado sujeto sobre la base de inequívocas fuentes que ha venido a demostrar que los cambios y fluctuaciones ocurren en mínimos tiempos, y también en amplias geografías, muchas veces sin la presunción o doctrinas de los Estados, lo cual evidencia, que éstos se convirtieron en complementos de las reciprocidades políticas, económicas, sociales, culturales, y por supuesto, sin poder alcanzar los términos de valorización biotecnológica, en virtud que ésta y sus componentes son los que han predispuesto la cima de la verticalidad del conocimiento en este siglo XXI.
Así, la nueva gobernanza, donde han surgido proyectos como Próspera en América Latina, que han asentado absolutas diferenciaciones en sus orígenes de inversión, planificación, esquematización y producción, sobre las cuales la horizontalidad de éstas en sus distintos órdenes de coexistencia biotecnológica se convierten en las columnas fundamentales de la educación, ciencia e investigación, es porque se está reescribiendo otra historia, la cual se orienta en los conceptos de rupturas determinantes y objetivistas; o sea, desarrollar alternativas de conocimiento que apunten con el campo biotecnológico sin limitaciones, y cuya ética y moral no esté sujeta con ambiguos propósitos en detener esa nueva gobernanza con estructuras antiguas de Estados que simplemente han fracasado cómo generadores de progreso y bienestar; los cuales han sido en esencia los principales vitrales rotos que hemos visto en nuestro continente; y que necesitan con prontitud ser modificados en sus dimensiones políticas, económicas, sociales y culturales.
II Tesis, antítesis y síntesis: La nueva gobernanza de educación, ciencia e investigación. Próspera un espacio geopolítico para la integración de ambos espacios cognitivos
Superados los contextos tradicionales de la gobernabilidad, y estando en un campo sobre el cual la fenomenología se readapta en plena contemporaneidad; el propio Gadamer reflexionaba en que todo conocimiento (tesis), desembocaba en una epistemología (antítesis), y por ende, en métodos (síntesis), y por ende, si establecemos aspectos cognitivos comparativos con la educación, ciencia e investigación, nos surge la afirmación inequívoca de Merleau Ponty (1975) en que toda investigación o contexto asociado con la búsqueda de la verdad nos integra en que “estamos condenados al significado”.
Desde ese confluente cognitivo, una ciudad como Próspera integra ambos estadios de vinculaciones teóricas con una praxeología que busca superar las realidades de complejidades históricas en torno de vincular una biotecnología que además de encontrarse entre los estadios más avanzados del conocimiento, sus directrices del futuro suelen generar y desarrollar los más avanzados aspectos para la connotación y el desarrollo humano; cada uno es complementario y recíproco en todos sus componentes biotecnológicos; porque sin vida no hay tecnología, y sin tecnología la vida afronta complejidades en retroceso histórico; es decir, el avance de la historia del siglo XXI y sucesivos está plenamente conformada cuando sea posible una nueva gobernanza que desde los espacios de inversión, pueda encontrar cauces relacionados con la expansión humana, no solo en su longevidad, sino es sus encuentros del quehacer científico, sobre los cuales, los dogmas sean abandonados en sus ambiguos procesos de conceptos entre el bien y el mal, y desde otros posicionamientos del pensar que abandonen los anclajes de un procesualismo que solamente ha permitido elevar las complejidades y destrucciones geopolíticas y geoeconómicas, sobre las cuales, irónicamente lo académico y científico con sus ambiguas teorías, solo han multiplicado los dramas sociales de las poblaciones en cuyos Estados, la gobernabilidad ha tenido una ultranza anti-axiológica de libertad cognitiva.
Los seres humanos no son iguales; y en esa dimensión, la historia se construye desde un enfoque diferencial; lo importante es que esa diversidad de pensamientos, se alcancen ideas de asociaciones que integradas puedan construir espacios geográficos que se fortalezcan en tales principios, y todos ellos, rompiendo con las exiguas vigencias del pasado; y desde una nueva gobernanza, que en vez de ser seres pasivos – viendo las realidades, positivas o negativas – sean ellos, los propios impulsadores de esa nueva historia, y con más fuerza, si son promotores combinados del conocimiento y la producción.
La diferenciación en las formas de vida es algo que no podrá cambiar por directrices de Estados o grupos; pero lo que si es necesario cambiar es el status quo, en sus formas deterministas y que éstos comiencen a ver en los espacios de inversión que están articulados con la educación, ciencia e investigación, la nueva gobernanza que requieren los países y sociedades para ir más allá de posibilidades transitorias de desarrollo; y desde una visión de ética y moral acoplada con la biotecnología como herramienta de un porvenir distinto en pro de la humanidad y los seres humanos se puedan alcanzar estadios superiores de gobernabilidad, en los cuales la suprageocomunicacionalidad y el cosmoestadismo conjugan la integralidad del siglo XXI. Próspera es la primera ciudad biotecnológica de América Latina, sobre la cual se está generando una nueva gobernanza de educación, ciencia e investigación.
@vivassantanaj_
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Nota: Investigación en proceso. No implica que las instituciones o personas mencionadas se encuentren de acuerdo con la opinión del autor de manera parcial o integral