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León XIV y una iglesia de los tiempos

Estamos viviendo épocas de indudable convulsión. Hay guerras que involucran a varios países y producen efectos perversos en diversos órdenes. Además, hay una especie de replanteamiento de relaciones entre países en el campo económico. Con mucha razón el nuevo Papa ha dicho que se percibe una obnubilación de la gente por el dinero y el […]
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Las numerosas coincidencias entre el papa León XIV y su predecesor Francisco
El papa León XIV ha dicho que seguirá la línea de Francisco / Foto: Vatican Media / Getty Images

Estamos viviendo épocas de indudable convulsión. Hay guerras que involucran a varios países y producen efectos perversos en diversos órdenes. Además, hay una especie de replanteamiento de relaciones entre países en el campo económico. Con mucha razón el nuevo Papa ha dicho que se percibe una obnubilación de la gente por el dinero y el consumismo. Los anteriores, Juan Pablo II y Francisco, no los advertían.

Es evidente que todas estas situaciones generan consecuencias en la humanidad. Las guerras producen muerte y miseria, ganancias para unos pocos: los fabricantes de armas y los perros de la guerra. No hay la menor duda de que muchos de estos conflictos son propiciados por influencias de quienes obtienen ganancias. A punto fijo hay un elemento político, el cual gira en torno al poder, bien como manifestación de hegemonía, bien por alcanzar más poder y expansión. En algunos está el tema ideológico, especialmente, las ideologías con pretensión de validez universal. Un efecto de las guerras, que afecta a los otros países son los desplazamientos o migraciones, la gente se ve compelida a huir de la guerra y buscar otros horizontes con mejor calidad de vida. 

Por otra parte, hay conflictividad al interior de los países, en especial, los de economías poco desarrolladas, con inversiones limitadas y escaso nivel científico y tecnológico, presentan serias dificultades para proveer de servicios eficientes a la población y generar condiciones para bienestar general y buena calidad de vida. Incuestionablemente, en estos países hay una profunda desigualdad social, presentándose indicadores sociales elevados de pobreza, desnutrición, desempleo, economía informal, deserción escolar y hambre.

Debe apuntarse que las formas políticas liberales muestran decadencia. Las formas democráticas, la representatividad, presidencialismo, parlamento, procedimientos democráticos son ampliamente criticadas en los países que las practican, especialmente, por la corrupción y la ineficacia para resolver los problemas sociales. Es incuestionable, la presencia de una enorme desacreditación político. Las drogas, las desigualdades y disfuncionalidades sociales han generado un incremento delincuencial. Frente a esta realidad la clase política, nueva y antigua, para alcanzar apoyo popular ha abrazado el populismo como discurso político.

El populismo es una forma de discurso y acción política que se caracteriza por la creación de una dicotomía entre "el pueblo" y "un grupo o clase enemiga", donde el líder populista se presenta como el representante y defensor de los intereses del pueblo Se basa en una retórica que apela a las emociones y a la identificación de los ciudadanos con una "verdadera" voz del pueblo,  con promesas sentidas, presentándolas utilizando un lenguaje simple y directo, y a menudo promoviendo un nacionalismo o antielitismo. Es un discurso polarizante y demagógico.

El papa Francisco hizo esta denuncia. En el populismo se esconde el autoritarismo, las ansías de poder, el desprecio a los derechos humanos y el desconocimiento de la soberanía popular. Se afirma que voz del líder voz del pueblo. Hay populismo de izquierda y derecha, pero sus características son similares e iguales sus resultados. Deben producirse profundos cambios en el pensamiento político y la forma de asumir la política.

El papa León XIV ya nos ha dicho que seguirá la línea de Francisco, una iglesia al lado de los pobres lo que es correspondiente con el evangelio social. Debe León XIV exigir con mayor firmeza que la iglesia no es un negocio, que debe desprenderse de las riquezas, dejar lo indispensable para su permanencia y cumplir su misión. Evidentemente, que habrá resistencia, no solo de la jerarquía sino también de los laicos poderosos que se esconden con sus pequeñas dádivas para defender sus capitales 

León XIV debe insistir en la idea de la fraternidad universal, ya en su primer discurso lo enseñó. Esta idea se fundamenta en que la dignidad humana es a una por ser el hombre hijo de Dios, por tanto, todos somos iguales. La dignidad humana trasciende las fronteras. Implica que los gobernantes deben entender que la nacionalidad es solo un hecho circunstancial. Por tanto, debe promoverse entre los ciudadanos del mundo la solidaridad universal, la ayuda mutua para el crecimiento y unidos alcanzar la paz y cohesión humana. El llamado al sínodo es un llamado al diálogo, a la comprensión, a la tolerancia, a reconocer nuestras diferencias, pero en el marco de la igualdad. El surgimiento de la ideología de la fraternidad universal dará pie a gobiernos del diálogo y del cese de las guerras. Estamos seguros de que León XIV asumirá este reto y este liderazgo. Como predicó Juan XXIII (Juan El Bueno) ¡Pacem in Terris!   

 

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