
Ocho mujeres venezolanas fueron trasladadas a El Salvador por autoridades estadounidenses en marzo como parte de las deportaciones masivas al Centro de Confinamiento del Terrorismo, la megacárcel promovida por el presidente Nayib Bukele.
A diferencia de los hombres, exhibidos en imágenes virales bajando esposados del avión, ellas nunca pisaron suelo salvadoreño. Un reporte publicado por el diario español El País señala que las regresaron a Estados Unidos ese mismo día, sin explicación oficial, y muchas siguen detenidas, presuntamente golpeadas y sin saber qué pasará con sus casos.
Creen que su historia se ha invisibilizado.
“Nos borraron”, dice Franyeli, una de las ocho mujeres deportadas a El Salvador y luego devueltas. “Nos llevaron hasta allá, pero ni siquiera nos dejaron bajar del avión. Los oficiales ya tenían la orden: las mujeres no se quedaban”, agregó.
La falta de información oficial y el silencio mediático han hecho que sus nombres no figuren en lista pública ni en los reportes del Departamento de Estado norteamericano. Mientras tanto, sus vidas quedaron suspendidas.
“Me dijo que le pegaron, la tienen llena de moretones”
Gladys Yoleida Caricote Tovar, de 28 años de edad, fue detenida el 10 de diciembre de 2024 en Colorado, frente a su madre y sus tres hijos menores de edad. Hoy está en un centro de detención en Texas. Desde que regresó de El Salvador, asegura que ha sufrido abusos.

“Me llamó y me dijo que le pegaron, la tienen llena de moretones, le tiraron la comida a la cara y la encerraron en un cuarto de castigo”, cuenta un familiar.
Gladys pensó que la deportaban a Venezuela. En lugar de eso, la devolvieron a un encierro aún más cruel. “Ella ya no quiere seguir allí. Le dio un ataque de pánico”, agregan sus allegados. “Pedimos que la deporten de una vez. No es justo”.
Lo mismo reclama Yelitza, madre de otra de las mujeres que también fue agredida tras su regreso a Estado Unidos. “Mi hija me llamó llorando, me dijo que no aguantaba más, que se estaba volviendo loca. Ya no quiere estar en ese país”.
Las deportaciones carecen de debido proceso
Human Rights Watch ha documentado que estas deportaciones carecen de debido proceso y ha denunciado que constituyen desapariciones forzadas. En un informe sobre 40 venezolanos trasladados a El Salvador, ninguno tenía antecedentes penales.
Solo tres de las ocho mujeres han logrado regresar a Venezuela. Franyeli fue una de ellas.
El 5 de abril aterrizó en su país, donde la esperaban sus hijos y su padre. Pero su esposo, Rolando, sigue detenido e incomunicado en el Cecot. “Estoy asimilando todo esto. No tengo cómo pagar un abogado. Me tocó volver a empezar”, dice ella, desde la misma casa que soñaba remodelar con su trabajo en Estados Unidos.