El Eternauta es, en su origen, un comic mítico, con libreto de Héctor Oesterheld y dibujos de Francisco Solano López, publicado en la revista Hora Cero Semanal entre 1957 y 1959. Oesterheld –libretista de historietas veterano- en un toque de genio, ubicaba un ataque extraterrestre en la cotidianeidad del Buenos Aires posterior al golpe que derrocó a Perón y no fue extraño que más de uno le atribuyera al relato un aura metafórica que sus autores en principio negaron. Lo cierto es que la historieta debió su fama inicial a este impulso que sí se haría bastante obvio en sus dos secuelas de 1969 y 1976. En todo caso El Eternauta fue una culminación con gloria de una época de oro de la historieta argentina y su traslado al cine se complicaba porque sencillamente, la desbordante imaginación de Oesterheld y Solano estaban muy por delante de las posibilidades técnicas, especialmente en un país del tercer mundo. Hasta ahora.
La serie retoma dos de los rasgos que hacen a la esencia de la historia original. El primero es la cotidianeidad de los ambientes y personajes. No hay nada más rutinario que una partida de naipes regada con whisky todos los viernes para unos amigos de larga data y es contra este aire cotidiano, conocido, previsible que lo inverosímil ocurre. Nieve en Buenos Aires en un día de verano. Esta descripción de la rutina sirve además para ir delineando personajes, pequeñas rivalidades, o tics de caracteres. El segundo rasgo es el clima opresivo, derivado directamente del abigarrado dibujo de Solano Lopez en el comic original. Hay en la rutina inicial un tono de oscuridad que tal vez le diga al espectador que no todo es tan normal como parece, idea que se instala desde el prólogo en un yate en el delta del Tigre. Ese clima opaco, opresivo hace eclosión cuando lo imprevisible ocurre y esta ruptura con la normalidad precipita la acción.
La anécdota pendula permanentemente entre dos actitudes. Por un lado hay un héroe individual que decide salir a campo abierto a desafiar la nueva realidad. Por otro lado, esa actitud se empieza a inscribir en una decisión colectiva que se va imponiendo más allá de las peculiaridades de cada uno de los personajes y que se enfrenta a la infaltable mezquindad de oportunistas que aprovechan el momento de extrema debilidad de la mayoría. Es inevitable no olvidar un sesgo político que aunque tenue, flota encima de la historia, lo cual incluye la alianza con los militares, una vieja tara de la política argentina del siglo 20. Otro dato histórico, este sì propio de la serie y muy bien anotado por su levedad. El protagonista es un veterano de la guerra de lasMalvinas y ese trauma gravita en todas sus acciones.
En seis capítulos la serie anota al menos dos logros: un extraordinario despliegue visual que hace perfecto uso de los recursos técnicos para dibujar un Buenos Aires desolado, invernal que acorrala a los personajes. Otro tanto hacen los repelentes bichos que atacan sobre el final del segundo capítulo. La serie además mantiene una tensión permanente dentro de cada entrega, articulando la continuidad con la siguiente, dato imprescindible del formato. Porque se trata de un drama épico y como en toda épica la lucha es existencial. La serie es capaz de capturar este espíritu original por el que, una vez destruido el paradigma en el cual se desarrollaba la vida cotidiana, la única opción es la lucha, primero a nivel individual pero muy pronto a nivel de una comunidad. Por esto es que El Eternauta puede ser siempre – como siempre lo ha sido- leído políticamente. Porque siempre hay facciones en pugna y en un país con un imaginario tan complejo y tan pugnaz como la Argentina esas pugnas siempre escalan a nivel imaginario. Puede ser la Argentina de los gorilas post peronistas de fines de los 50, la de los milicos genocidas de los 70 o la fantasmagoría mileista actual pero el conflicto existencial, identitario siempre está allí, encarnado en historietas, novelas, cuentos o películas. No en vano la mejor literatura fantástica del hemisferio ha salido de la Argentina. Un dato adicional triste y terrible riega la épica del Eternauta. Héctor Oesterheld fue secuestrado en Abril 1977 por la dictadura argentina. Ni el ni sus cuatro hijas, militantes de Montoneros, aparecieron jamás.
El Eternauta, la serie es deslumbrante, operática, imaginativa, excelentemente dirigida y mejor actuada. Un digno homenaje a la historieta original, con identidad propia. Una de las grandes series en mucho tiempo.
El Eternauta. Argentina, 2025. Creador y director. Bruno Stagnaro. Con Ricardo Darin, Carla Peterson, César Troncoso.