La aclamada escritora chilena Isabel Allende depositó el jueves en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, en Madrid, un manuscrito de su icónica novela La casa de los espíritus (1982), junto con un ejemplar de su primera edición.
Este manuscrito en particular, según explicó la autora durante el acto al que asistió acompañada de su nuera, corresponde a la segunda versión de la obra, incorporando las correcciones que realizó sobre el original.
La visita de Allende a la capital española se enmarcó en la promoción de su más reciente obra, Mi nombre es Emilia Valle, lanzada simultáneamente en España y Latinoamérica por Plaza & Janés.
Aprovechando la ocasión, la autora también entregó otra primera edición de su conmovedora novela Paula (1994). Este libro, de carácter autobiográfico, aborda la trágica muerte de su hija, Paula Frías, quien falleció en Madrid a los 29 años a causa de porfiria, una rara enfermedad.
A pesar de las más de tres décadas transcurridas desde su publicación, Allende reveló que Paula sigue resonando profundamente entre sus lectores, recibiendo correspondencia semanalmente.
Como muestra de ese impacto, la escritora incluyó en el depósito una emotiva carta de Erin Colman, una joven estudiante de medicina que aseguró que la lectura de Paula "cambió por completo su manera de afrontar la medicina".
Además, se añadieron varias fotografías de Allende junto a diversas personalidades, enriqueciendo este valioso archivo personal y literario.
Isabel Allende en fotografías
Entre las fotografías hay una en la que aparece junto a su madre, con quien se ha escrito cartas "durante toda la vida". A partir de algunas de esas misivas, más de 24.000 recopiladas desde 1987, Allende está escribiendo en la actualidad un libro de memorias.
También hay fotos con el Dalai Lama; con el expresidente de Estados Unidos Barack Obama tras recibir la Medalla de la Libertad, el más alto honor que puede recibir un civil en Estados Unidos; con el actor malagueño Antonio Banderas; y con el conjunto del elenco de la adaptación de La casa de los espíritus, entre ellos Jeremy Irons, Glenn Close o Meryl Streep.
Durante el acto, la secretaria general del Instituto Cervantes, Carmen Noguero destacó que la literatura de Isabel Allende es "un acto de amor y de memoria" que "cruza fronteras". Además, "fusiona elementos fantásticos y cotidianos permitiendo al lector acceder a universos donde lo insólito convive con lo común".
Noguera recordó que, tras su exilio de Chile en 1975, Allende convirtió "el desarraigo en fuente de creación y el dolor en esperanza" a través de una obra que ha sido traducida a 40 idiomas y leída por 80 millones de personas en todo el mundo.
"Ha tendido puentes entre Hispanoamérica, Estados Unidos, España y el resto del mundo con una voz íntima, apasionada y profundamente humana", señaló Noguero. Finalmente, recordó que Allende formó parte del patronato del Cervantes de 2009 a 2012 y de 2012 a 2018.
Isabel Allende investida honoris causa por la UIMP
Reconocida como la autora más leída en español, Isabel Allende enfatizó la inseparabilidad entre la memoria y la literatura al ser investida como doctora honoris causa en Humanidades por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Durante su discurso, pronunciado en la sede del Instituto Cervantes, Allende afirmó que ambas han sido fundamentales en su identidad.
La autora, quien se ha definido como "extranjera, refugiada, inmigrante" y "de visita en la Tierra", subrayó la importancia de la memoria para quienes, como ella, carecen de raíces fijas.
Explicó que concibe la escritura como un esfuerzo por comprender la complejidad de la vida y preservar los recuerdos, reivindicando el poder de la palabra escrita como medio de comunicación, no como un fin en sí mismo.
Allende evocó el origen de su aclamada primera novela, La casa de los espíritus, la cual gestó "en la nostalgia del exilio" y con la casa de sus abuelos como inspiración.
Rememoró una infancia marcada por la "inseguridad y el temor", una realidad que, según su perspectiva, es común en la mayoría de los niños, desafiando la idea de una "infancia feliz" como un "invento americano".
