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Entrevista a Marcelino Bisbal, director de Comunicación

Marcelino Bisbal Enrich es licenciado en Comunicación Social y doctor en Ciencias Sociales. Autor o coautor de más de 50 títulos sobre una amplísima paleta de asuntos relacionados con la Comunicación y los medios de comunicación. Además de actual director de la revista Comunicación, tiene a bajo su responsabilidad la Feria del Libro del Oeste, […]
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Marcelino Bisbal Enrich es licenciado en Comunicación Social y doctor en Ciencias Sociales. Autor o coautor de más de 50 títulos sobre una amplísima paleta de asuntos relacionados con la Comunicación y los medios de comunicación. Además de actual director de la revista Comunicación, tiene a bajo su responsabilidad la Feria del Libro del Oeste, que organiza la UCAB

POR NELSON RIVERA

Como campo de estudio y reflexión, la comunicación vive ahora un proceso de expansión excepcional, casi ilimitado. En cincuenta años, la transformación ha sido incalculable. ¿Qué desafíos supone para la revista Comunicación, ahora y en los próximos tiempos?

Nuestra revista, desde su fecha de nacimiento por allá en marzo de 1975, ha venido investigando y divulgando los momentos más resaltantes, incluso cruciales, del mundo de las comunicaciones y no solo en la perspectiva venezolana sino latinoamericana e incluso mundial. En una primera etapa de la revista el tema de la crítica a los medios de comunicación, no solo por el tema de los efectos, sino por la concentración en importantes conglomerados  y grupos empresariales, fue un punto de arranque y de desafío para la publicación. Fue la transformación de las instituciones mediáticas en grandes compañías y corporaciones de industrias culturales. Esto implicó la comercialización de los contenidos de los medios.  Nos asomábamos a la perspectiva de análisis crítico siguiendo los planteamientos de la llamada Escuela de Frankfurt. Pero no nos conformábamos con el solo planteamiento crítico, sino que nos introdujimos en la denominada “comunicación alternativa” y desde allí formulamos propuestas que permitieran llegar a una comunicación de masas horizontal. No es gratuito de ninguna manera el lema con el que abríamos el primer número: “…una comunicación desde una perspectiva crítica y alternativa”. Esta etapa y lo que allí planteábamos, que se mantuvo hasta bien entrada la década de los ochenta, presuponía como condición negativa el rechazo fundamental de la estructura comunicacional que nos era conocida en ese momento. El otro desafío que se nos imponía en ese momento de arranque era el uso de la semiología desde la vertiente crítica como campo de reflexión y de análisis en el mundo de la comunicación. Especialmente aplicada al análisis de los mensajes, de los contenidos de los medios.

Pasado este primer desafío y teniéndolo como base, entrábamos en el tema de afrontar las propuestas-alternativas. Primero las alternativas que tenía que ver con la construcción de una “comunicación horizontal” en donde el ciudadano y la comunidad jugaban un papel fundamental por encima de las empresas comunicacionales. Y de ahí, asumíamos la perspectiva de lo político y el papel de los Estados en la conformación de una “mejor” comunicación. Temas como el de Políticas Nacionales de Comunicación (hoy, Políticas Públicas en Comunicación y Cultura); el Nuevo Orden Mundial de la Comunicación o Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación en correspondencia con lo que se formuló como Nuevo Orden Económico; las regulaciones en materia de medios; la radio y televisión de servicio público desde el Estado-gobierno… En ese desafío los temas de acceso y participación, así como el de la democratización de las comunicaciones fueron claves para el momento.

Pero el tiempo no se detuvo y las comunicaciones se fueron complejizando ante lo que ellas significaban para la sociedad. Nuevas formas de expresión comunicacional empiezan a despuntar por su inserción en el mundo de la cultura y desde los llamados estudios culturales irrumpen conceptos como el de la hibridación cultural, el de las mediaciones culturales y comunicativas, el de la recepción y resemantización de los contenidos mediáticos por parte de los usuarios. Así, asumimos el planteamiento del consumo cultural y comunicacional.  Sigue estando presente la perspectiva crítica frankfurtiana, pero esta vez son los planteamientos de un Walter Benjamin los que fijan la nueva perspectiva de análisis e investigación: es el desafío de los medios a las culturas. El desafío implicó pasar del “pesimismo elitesco” impuesto por los de Frankfurt, al desafío que empezaba a implantarse como resultado de las transformaciones  de la sensibilidad y las nuevas percepciones que se imponen, y el sensorium que irrumpe –como decía Benjamin–  con los medios y la tecnología.

Ya estamos a punto de entrar en el nuevo milenio y es en este donde irrumpe el desafío que implican las nuevas tecnologías y su convergencia en el mundo de los medios (ahora se les denomina medios convencionales: prensa, radio, televisión) dando origen a “nuevos medios” producto de esa convergencia. Con la digitalización y su inserción en los medios convencionales se da paso a una experiencia cultural distinta y desafiante no solo para el consumidor, sino para el productor de contenidos.

Desde este tiempo y los que vendrán, los desafíos que impone e impondrá la comunicación tendrán que ser estudiados en el sentido de dar cuenta de la nueva cultura que desde allí surgirá. En tal sentido, nuestra revista si en estos 50 años ha sido capaz de asumir los desafíos de la comunicación y ahora de las comunicaciones, Comunicación seguirá asumiendo el reto que significa el hecho de los desarrollos tecnológicos y su introducción en el mundo de las comunicaciones.

Y a manera de corolario a su pregunta: pensar, repensar, centrar y descentrar el universo cambiante de las comunicaciones y su aporte a la cultura de estos tiempos ha sido el intento­ –unas veces bien y otras no tanto, con aciertos y equivocaciones– desde las páginas de Comunicación a lo largo de estos 50 años de vida.

Hacemos consultas médicas, contratamos servicios, respondemos a consultas de la autoridad, recibimos una clase, participamos en reuniones de trabajo, nos encontramos para cantar el cumpleaños a un familiar: todas son realidades que hoy ocurren delante de una pantalla. ¿Estamos en un proceso donde realidad y comunicación son cada vez más indistinguibles? ¿La ciencia de la comunicación está llamada a fundirse con la antropología y la sociología?

En primer lugar, diría que en lo personal no creo que la comunicación sea una ciencia. Se trata de una disciplina que se nutre, que se enriquece, de otras ciencias como la sociología, la economía, la filosofía, la antropología e incluso disciplinas del llamado campo de las “ciencias duras”. Fíjese que hoy se habla de una Filosofía de la Comunicación, de una Economía de la Comunicación, de una Sociología de la Comunicación… Lo que ocurre en la realidad del campo académico es que se transfieren saberes, conocimientos y desarrollos de distintas disciplinas y la Comunicación las toma prestadas para explicar lo que ocurre en el mundo moderno a partir de la irrupción de los massmedia y como ellos están influyendo en la reconfiguración de la vida en sociedad.

Hay autores que refieren la idea del surgimiento de una ciencia unificada producto de todos los campos que irrumpen en el estudio de las comunicaciones. Esta ciencia unificada, según refiere Antonio Pasquali, sería una Ciencia General  de la Comunicación y nos dice que sería “una ciencia o disciplina capaz de repensar unitariamente todos los procesos de comunicación de mensajes, formales o informales, presenciales o mediatizados, lingüísticos o multimediales”.

De lo que sí tenemos certeza es que los medios de comunicación generan  nuevas formas de interacción social y de acción societal. Es el planteamiento que hace el sociólogo inglés John B. Thompson cuando nos habla de los medios y la modernidad, al decirnos que el uso-consumo de los medios de comunicación hoy día implica nuevos modos de relaciones sociales y de interacción. El propio Thompson les dice a los pensadores sociales clásicos que deben prestar atención a lo que hoy son las comunicaciones y cómo ellas han reformulado un tipo de individuo y de sociedad distinta a la que veníamos conociendo. Ha habido desplazamientos en la sociedad producto de los massmedia tanto de los  medios convencionales como de los nuevos medios, aunque ahora se confunden ambos desde la llamada convergencia de medios o convergencia digital.

¿La venezolana es una sociedad desinformada? ¿Qué consecuencias han tenido el cierre de medios de comunicación y el establecimiento de un modelo de hegemonía comunicacional?

Es cierto, hoy en Venezuela vivimos desinformados. Somos una sociedad desinformada en todos los sentidos. Los informes de organizaciones no gubernamentales que se han dedicado de manera muy minuciosa a diagnosticar el estado de la libertad de expresión en nuestro país, desde el inicio de lo que se ha llamado la era de Chávez, como Espacio Público o el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS), día a día y sus informes anuales nos van dando cuenta del cierre de medios o de las bajas que ha sufrido el ecosistema comunicacional desde que se instaló en el poder el llamado “socialismo del siglo XXI” o el chavismo. Pero no ha sido solamente el cierre de medios, sino que también se ha hecho presente la censura directa o la autocensura producto de lo que llamaremos la judicialización de la censura. No hay país en la región que cuente con tal cantidad de leyes y normas que dificultan el libre ejercicio de la libertad de expresión o de la libertad de comunicación. “La agonía de la libertad de expresión en Venezuela” sería un buen título para definir lo que ha pasado y sigue pasando en el panorama de medios en el país. La escritora​ y teórica política​ alemana Hannah Arendt lo expresó de manera lúcida cuando escribió que “Lo que hace posible que gobierne un totalitario o cualquier otra dictadura es que la gente no esté informada: ¿cómo puedes tener una opinión si no estás informado?”.

Desde hace ya un buen rato está presente la política de controlar todas las fuentes de información, lo que implica no solo contar con una plataforma jurídica que limita, intimida y genera autocensura, sino que, poco a poco, ha ido creando una estructura de medios que impone un régimen comunicativo que moldea el imaginario del ciudadano intentando generar identificación y control social. A través de lo que los abogados llaman el poder punitivo, se trata de prevenir y aplicar una pena a aquellos que intentan escaparse del molde que se quiere imponer. ¿Consecuencias? Estamos en presencia de un autoritarismo comunicacional.

En 2006 el presidente Chávez llegó a expresar sin ambages que “la comunicación es demasiado sensible para que haya demasiada autonomía”. Desde esa proclama la construcción mediática de la realidad en el sector comunicacional del presente se caracteriza por: fuerte intervención estatal; hegemonía en el discurso; exclusión de actores políticos y sociales en los medios gubernamentales porque piensan distinto; legislación que limita gravemente la libertad de expresión, la libertad de comunicación y el derecho a la comunicación/información; eliminación de la disidencia comunicacional; cierre de fuentes informativas; límites al acceso de la información pública; generación de mecanismos de censura y autocensura; intimidación y agresión a medios críticos y periodistas; trabas administrativas para la obtención de las divisas requeridas para la compra de insumos como el papel periódico y equipos; convertir a Conatel en un apéndice político del gobierno; cierre y expropiación de medios y de portales digitales de información; judicialización de la censura; y un largo etcétera.

Finalmente, digamos que todo lo enumerado tiene efectos sobre la estructura comunicacional del país y que no solo se ha visto reflejada en el mapa de medios, sino también en la redefinición de las prácticas periodísticas-comunicacionales. Lo que hemos vivido en este tramo de la historia política del país y de la historia comunicacional venezolana es una resignificación no solo del periodismo, sino de las comunicaciones en general. Pero esta resignificación también es similar a la que ha ocurrido en los otros sectores de la vida del país: la economía, la educación, los gremios, lo militar, la política en general, la cultura, el deporte… Así, el gobierno ha tenido claridad sobre la importancia estratégica de las comunicaciones y desde esa idea las comunicaciones se han convertido en razón de Estado.

Otro tema importante de destacar es el aumento que se ha producido en el número de portales web. El informe de Espacio Público del año 2024 nos apunta que en el año 2023 se identificaron 394 portales activos, esto representa el 40 % del total de medios de comunicación presentes hoy en el país. La mayoría de estos medios digitales son privados y tienen una presencia importante entre las audiencias, aunque no llegan a la presencia que todavía siguen teniendo los llamados medios analógicos como son la televisión y luego la radio. Estos medios tocan temas sensibles como la economía y la política.

Además del debate inevitable y constante sobre la pérdida cada vez más grave del derecho a expresarse o a informarse, ¿hay otros asuntos o temas de las comunicaciones que la sociedad venezolana debería afrontar en lo inmediato? ¿La polarización? ¿La calidad del lenguaje? ¿La manipulación mediática? ¿Las noticias falsas?

Por supuesto que sí. En primer lugar, creo que el ciudadano tiene poca conciencia de lo que significa la libertad de expresión y la libertad de comunicación. Muchos de los sondeos de opinión pública dan cuenta de los problemas que nos aquejan y que van desde el tema económico, el precio de los alimentos, la seguridad-inseguridad, la salud, el empleo, la educación… pero no se queja  de la falta de libertad de expresión. No hay conciencia en el ciudadano que hablar y debatir sobre la democracia en un país, es hablar y discutir sobre la libertad de expresión. Esto significa que el derecho a la libertad de expresión implica la posibilidad de ejercer los demás derechos del hombre porque la información-hoy, dentro de este mundo globalizado y mundializado culturalmente, se ha convertido en el polo alrededor del cual se organiza parte de la vida pública y por tanto de la ciudadanía. El ciudadano debe adquirir conciencia que la discusión sobre los medios, sobre la libertad de expresión y el derecho a la información se vuelve, obligatoriamente, un debate sobre la democracia.

Los otros temas que el ciudadano debe afrontar, en perspectiva comunicacional, tienen que ver con el uso del lenguaje y los contenidos expresados, la manipulación mediática y la presencia cada vez más creciente de las llamadas “noticias falsas” o “fake news”. Estos temas siempre han estado presentes en los medios, pero hoy día se han multiplicado de manera casi sistemática desde la presencia de las denominadas redes sociales y el Internet en general. Desde ahí se están  generando numerosas innovaciones que se han ido introduciendo en la cotidianidad del ciudadano.  Estas tecnologías nuevas, que los teóricos denominan tecnología multimedia, generan una gran libertad de información y pluralismo suficientes que los massmedia convencionales no son capaces de desarrollar con el suficiente liberalismo que requiere la libertad de comunicar. Sin embargo, ha habido episodios y zonas oscuras en donde la hegemonía centralizada y la censura se han hecho presentes en la producción, almacenamiento y transmisión de información/comunicación.

El otro tema a reflexionar tiene que ver con el bombardeo de contenidos por la mediación impuesta por esta nueva tecnología, en donde hay de todo en cuanto a calidad del lenguaje o calidad periodística, es tóxico. No llegaría a tanto en la apreciación. Las redes sociales han convertido al ciudadano en emisor y receptor, ha democratizado en cierta forma a la comunicación: todos emisores, todos receptores. Pero esto implica una educación y formación para los medios, para el Internet y lo que se deriva de él. Hay que aprender y saber diseccionar la información, los contenidos que por allí circulan. Este es otro reto que tenemos como ciudadanos del presente. Y es un reto que avanza a pasos agigantados cuando la mayoría de los estudios de opinión pública nos están diciendo que la frecuencia de uso de la comunicación digital, muy especialmente el consumo de las redes sociales para informarse o para el consumo de otros contenidos va en aumento.

Quiero preguntar, específicamente, por el carácter irregular y la mala calidad del servicio de Internet en Venezuela. ¿Genera consecuencias en el desenvolvimiento de la sociedad? ¿Debe considerarse que un mal servicio de Internet constituye una violación de un derecho ciudadano?

El tema de los servicios públicos y la calidad de los mismos es un tema que habla de las condiciones en que vivimos en el país y que tiene consecuencias en la calidad de vida de los venezolanos. Todos los sondeos de opinión de los últimos años dan cuenta de cómo el tema se ha venido agravando. Las más recientes mediciones como las del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) nos dice que al culminar el año 2023 no había habido mejoría en el tema y que el servicio de agua, las fallas eléctricas y el uso de gas doméstico son los más graves según apuntan los ciudadanos encuestados. Lo mismo nos dice CEDICE (Centro de Divulgación del Conocimiento Económico) por intermedio de su estudio Monitoreo de Servicios Básicos. Por ejemplo, en relación al tema eléctrico y a manera de muestra dice: “Según los últimos registros de los encuestados, más del 86 por ciento de los habitantes del interior del país aseguran sentirse desesperados con la situación de la electricidad. A diario viven más de cinco apagones o fluctuaciones eléctricas que les mantienen en zozobra respecto a sus actividades, equipos y electrodomésticos”.

En relación al tema de Internet, según las mediciones del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (año 2023), nos dice que el acceso en 12 ciudades del país evidenció un aumento de casi 4 puntos porcentuales de los hogares con conexión a Internet fijo. En marzo de ese mismo año 2023 reportaron 49,3% y para el mes de noviembre se incrementó a 53%. Explican que este incremento, por modesto que parezca, podría significar una ampliación y extensión de la infraestructura de telecomunicaciones nacional. Esto se debe fundamentalmente a la entrada de proveedores privados y autorizados por Conatel (Comisión Nacional de Telecomunicaciones). La misma fuente señala que CANTV es el proveedor con mayor cuota de mercado. Pero los usuarios se quejan por las intermitencias en el servicio, la baja velocidad de navegación, servicio ineficiente y poco confiable. Los mismos informes señalan que los estados con mayores incidencias de conexión son Mérida, Táchira, Bolívar y Nueva Esparta.

Finalmente, distintas fuentes como Tendencias Digitales de la empresa Datanálisis nos señalan que la penetración de Internet en el país es del 73% con 19.890.458 usuarios, de los cuales el 42% oscila entre 18 y 34 años y nos dice también que el 15,2% no se conecta nunca, de los cuales el 42% son usuarios mayores de 50 años y la mayoría están ubicados en los sectores populares o estrato E. Otro dato a tener en cuenta tiene que ver con el número de hogares que tienen acceso a Internet y a otros medios. Según la Encuesta de Hogares (EH) de HumVenezuela  (2024)  que se encarga, desde hace algunos años, de evaluar la situación humanitaria en el país, nos dice que a pesar de las fallas frecuentes en el servicio de Internet, este disminuyó de 52,8% a 27,7 por ciento, así como mejoró el acceso producto de la presencia, cada más significativa, de la empresa privada en el servicio. Estas empresas están ofreciendo nuevas alternativas de Internet con precios asequibles (las tarifas oscilan entre USD 20 y USD 60 mensuales) y  rápida atención frente a las fallas. Según el mismo informe, para el año 2023 había en el país 4.758.352 hogares que nos disponían del servicio de Internet y para el 2024 el número de hogares sin el servicio disminuyó a 2.622.778, es decir el 27,7%.

Por último, ¿qué factores han confluido para que una revista especializada en las comunicaciones se mantenga viva y activa en Venezuela por 50 años?

El sentido e inspiración de nuestra revista se ve reflejado, de manera clara y militante si se quiere en tres breves textos que aparecen en el primer número de Comunicación por allá en 1975. Creemos que merece la pena reproducirlos de manera íntegra, pues hoy con nuestros 50 años a cuestas son esas ideas las que siguen orientando e inspirando el esfuerzo investigativo, divulgativo y editorial de la publicación:

*Este Boletín, cuyo primer número estamos presentando, nace para servir de expresión a las inquietudes que el moderno proceso de comunicación social suscita, a cada momento, en los profesionales de la misma. Nace, en concreto, por iniciativa de un grupo de comunicadores venezolanos preocupados por el deterioro progresivo de una genuina comunicación social en nuestro país y conscientes de las implicaciones negativas que ese deterioro tiene para el desarrollo político e integral del hombre y del pueblo venezolano.

*El Boletín es, pues, una COMUNICACIÓN sobre comunicación, de comunicadores y para comunicadores. La intención que nos mueve y nos moverá en futuros análisis es exclusivamente constructiva y primordialmente creadora, sin olvidar por ello que frecuentemente una crítica severa y radical, en este y en otros campos, es necesaria condición de posibilidad de lo que, no existiendo, debería llegar a existir.

*Consideramos vital y urgente liberar las virtualidades expresivas y comunicacionales de nuestros pueblos latinoamericanos, sumidos habitualmente en un silencio obligado. Conscientes de no estar en posesión de la fórmula para dotar a nuestros países de un sistema perfecto de comunicaciones, nada nos impide y mucho nos obliga a que la sigamos buscando. Esa búsqueda tenaz es la gran tarea a la que se orienta, desde su mismo nacimiento, este modesto Boletín.

En Comunicación se ha dado la confluencia, entre los miembros que en distintos momentos han conformado el consejo de redacción, de  la reflexión y la investigación sin dogmatismos y con una voluntad política de querer seguir hacia adelante. En los miembros que hoy conforman el consejo editorial, y los que estuvieron en otros momentos, ha privado una aventura intelectual en donde el esfuerzo del equipo ha sido y sigue siendo, aún a pesar de los tiempos oscuros en donde estamos inmersos, en donde la crítica es mal vista, en tiempos en que el autoritarismo ahoga las mejores iniciativas y en donde la las diferencias son criminalizadas, de llegar hasta aquí y de seguir insistiendo en la necesidad de construir un país de libertad, participación y democracia.

La continuidad de esta aventura también ha sido posible gracias a la generosidad y solidaridad de la Fundación Centro Gumilla y a la Compañía de Jesús-Venezuela por el apoyo desinteresado que han brindado a este proyecto de 50 años. Desde Comunicación siempre hemos valorado el espíritu de libertad con el que nos han dejado ser y estar en cada número de la publicación. Y estos 50 años también han sido posibles a todos aquellos que animaron y reconocieron la publicación: a los miembros del Consejo de Redacción, a los colaboradores y a los lectores.

La aventura sigue no solo como intelectuales y profesionales de las comunicaciones, sino como un grupo de amigos que comparten una misma idea, aún a pesar de las diferencias. Comunicación, a lo largo de los años ha sido una “militancia pública”. Tres palabras que son importantes en el equipo que hace 50 años emprendió esta aventura: la pluralidad, las diferencias y las coincidencias siguen siendo el principio y el norte que nos guía. Como expresa mi querido amigo y compañero fundador de Comunicación Jesús María Aguirre: “Esperamos que este ingente esfuerzo de los fundadores, de los reforzadores, los renovadores y los continuadores no haya sido en vano y sea simiente para un ecosistema mejor. Los poderes cambian, los audaces persisten”. ¡Que así sea!


Cifras reveladoras

Después de 50 años de Comunicación los números que exhibe la revista son, en todos sus sentidos, la mejor muestra de la pluralidad, también de las diferencias y por supuesto que de las coincidencias. ¿No es esa la democracia que todos queremos para el país?

*Ediciones publicadas en 50 años: 209

*Total número de páginas: 25.162

*Total de artículos ofrecidos: 2.178

*Número de colaboradores: 2.812

*La GALERÍA DE PAPEL, coordinada por el artista Plástico Víctor Hugo Irazábal, ha ofrecido desde la edición número 100 (1997) 109 muestras de artistas que han ilustrado las correspondientes 109 ediciones de Comunicación.

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