Indudablemente, a los presidentes con tendencias autoritarias no les gusta el sistema de división de poderes y la existencia de otros poderes independientes. Como estrategia, el gobierno de Maduro ha hecho de los poderes del Estado unos trajes a la medida para legitimar lo inconstitucional, además de mantener activas amenazas políticas que acaban en violencias visibles e invisibles, muy difícil de ver a simple vista, pues son las propias estructuras psíquicas de las personas las que las hacen frágiles.
Lo que no razona o no quiere razonar Maduro es lo grave que es que la mayoría de los venezolanos ya no cree en sus discursos y menos que la compleja crisis del país es causada por una "guerra económica" apoyada por empresarios apátridas que reciben órdenes del imperio norteamericano. En nuestros estudios de opinión publica se revela que 85,1% de los venezolanos está claro en que la guerra económica es solo una narrativa bien argumentada para soportar la aguda crisis. Es decir, Maduro inventó una “guerra económica” que se ha vuelto sospechosa incluso en su propio capital político.
En nuestro país existe una violencia estratégica, el régimen es supra, amenaza por encima del derecho y de las leyes. La agresión al adversario ya es práctica gubernamental común: los vejámenes a los dirigentes políticos detenidos en varios estados del país por protestar en contra de Maduro, la tortura psicológica a los presos políticos, las diversas violaciones de los derechos humanos, las continuas acusaciones al pueblo de “infidelidad” electoral hacia el socialismo del siglo XXI, la negación -juegos del hambre- de las bolsas CLAP y los bonos a los que no apoyan el proyecto revolucionario es un verdadero chantaje.
Ahora bien, el chavismo está “más vigente y fuerte que nunca”. Así lo aseguró Nicolás Maduro poco después de que el Consejo Nacional Electoral, controlado en su totalidad por su gobierno, le adjudicara un triunfo contundente en las elecciones de gobernadores, legisladores y parlamentarios nacionales, celebradas el domingo 25 de mayo. 23 de los 24 cargos de gobernador en juego quedaron en manos del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, así lo anunció el vicepresidente del CNE, quien dio a conocer los resultados con el conteo por encima del 93%. En definitiva, el oficialismo suma 3 nuevos estados: Zulia, Nueva Esparta y Barinas, tierra del comandante Chávez, además de la Guayana Esequiba, recientemente creada como estado venezolano, pese a ser un territorio en disputa con Guyana, por lo que existe un litigio pendiente en la Corte Internacional de Justicia. El único territorio sin teñirse de rojo fue el estado Cojedes (occidente), donde el actual gobernador, el opositor Alberto Galíndez, resultó reelegido.
En contradicción a estos resultados, la mayoría de los estudios de opinión revelan que Nicolás perdió la calle, la popularidad. De acuerdo con nuestros números, está un poco por encima de 17% , lo que evidencia que se perdió la magia revolucionaria que los atornilló durante 23 años en Miraflores. En la dinámica del desgaste del poder emergió el desamor hacia un proyecto político que ilusionó pero no concretó los sueños de los que aspiraban a un mejor país. Es casi imposible llegar al final de una gestión con una opinión nacional en contra, el tiempo se le agotó al socialismo del siglo XXI, sólo queda el delirio de mantener una revolución... pero a la fuerza.
En síntesis, según los expertos en temas de política y economía: “Las condiciones tan adversas con las que ha batallado Venezuela son particulares y han hecho del país un lugar atípico y poco atractivo, si se le mira desde una óptica extranjera. Es un país donde, pese a la crisis económica, no ha habido un estallido social. Es un país donde la política dentro de los canales regulares sigue siendo transversal a todos los espacios”… No obstante, Maduro apela a la sobrevivencia política y se la jugará para seguir gobernando en minoría.
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