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Control estatal, pero deslegitimados ante el país

La épica del pueblo venezolano no tiene límites ante un régimen que no ha cesado durante los 26 años en el poder de enrostrarle diariamente quién tiene el control y las consecuencias de quien se atreva a desconocerlo. Son miles los presos políticos y los asesinatos cometidos bajo la égida del socialismo del siglo XXI. […]
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La épica del pueblo venezolano no tiene límites ante un régimen que no ha cesado durante los 26 años en el poder de enrostrarle diariamente quién tiene el control y las consecuencias de quien se atreva a desconocerlo. Son miles los presos políticos y los asesinatos cometidos bajo la égida del socialismo del siglo XXI.

El relato autoritario pretende convencer a la población de su invencibilidad histórica, que hará imposible algún cambio en la silla presidencial. En cada arenga insisten en que nada evitará su permanencia en el mando per secula seculorum.

En esa dirección recordamos las descalificaciones del conspicuo difunto ministro José Vicente Rangel ante las masivas movilizaciones de 2002-2003 que describió como virtuales. Para él solo eran reales las contramarchas del chavismo. Mientras las de la oposición solo reunían a los “escuálidos” y a la clase media, las oficialistas representaban al “bravo pueblo”.

Ese era el mensaje que transmitía en centenares de sus peroratas el extinto comandante de Sabaneta; y que también han pronunciado hasta la saciedad su sucesor y el teniente de El Furrial, entre otros, con el objetivo de desmoralizar, de atemorizar a la población que ha manifestado en las calles o con el voto su rechazo rotundo a su proyecto político.

Aun así, no han podido doblarle la cerviz al talante democrático del pueblo venezolano. La participación masiva en el referéndum revocatorio de 2004, la victoria contra el intento de reforma constitucional de 2007, las jornadas heroicas de 2014 y 2017, la victoria en las elecciones a la Asamblea Nacional de 2015, han tenido su colofón con las elecciones del 28 de julio y el triunfo de Edmundo González con el liderazgo de María Corina Machado.

Chávez y Maduro hubieran querido repetir los mitos de la Revolución cubana con Fidel Castro, quien al llegar a La Habana en enero de 1959 hizo caída y mesa limpia con el aparato institucional, secuestró los partidos y la central de trabajadores. Acá en Venezuela fue otra la historia, el aprendizaje democrático de 40 años bajo el puntofijismo impidió el dominio absoluto de la CTV, Codesa, CGT, los partidos políticos, las ONG, las universidades, la empresa privada, los medios de comunicación, la Iglesia, la juventud, diferentes expresiones de la sociedad civil y sobre todo la conciencia democrática de la población.

En esa andadura, por supuesto, ha habido más errores que aciertos, reconocidos liderazgos han decidido cohabitar con el régimen. En medio de la desesperación actores políticos y sociales han pretendido sustituir a quienes tienen la encomienda de restablecer el Estado de derecho, lo que ha determinado la dispersión y la decisión de cada actor en batirse al detal y facilitarle la tarea al régimen tiránico.

Entre tanto, la resistencia se mantuvo. Ningún ciudadano de espíritu democrático se resignó hasta definir un liderazgo que interpretara sus aspiraciones, dicho enlace histórico se concretó en las primarias de octubre de 2023, al deslastrarse de los obstáculos del régimen y de la propia oposición, labrando el triunfo que todos conocemos el pasado 28 de julio de 2024.

Ese día el régimen sufrió un KOT fulminante que no va a poder superar, por más maniobras que haga, como la autocoronación del 10 de enero de 2025 o la farsa electoral del pasado 25 de mayo. Ha profundizado aún más la grieta entre la cúpula gobernante y la población.

¿Qué le queda entonces? La política del terror, perseguir, encarcelar, asesinar, repetir la historia de los gorilas del Cono Sur, pretender sembrar en la población la idea de que es suficiente el control absoluto del Estado como forma de dominación, a sabiendas de que no tiene el control del país.

Eso a la gente le sabe a poco ante un régimen que en su desesperación por aferrarse al poder barrió con todas las instituciones, hoy el TSJ, la Asamblea Nacional, la Fiscalía General, la Defensoría del Pueblo y el CNE no valen ni un cuartillo, ni ante los ojos de cada ciudadano, ni ante la comunidad internacional.

El drama de la farsa electoral al continuar el régimen lo sufre la población, ante la agudización de los problemas cotidianos que limitan la vida al resuelve diario de la subsistencia.

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