Es una falacia pensar que el presidente Trump va a “destruir” o al menos “demorar significativamente” la transición energética de fósiles a renovables, habida cuenta que Estados Unidos es un imperio y como tal, para mover su maquinaria industrial, militar, minera, comercial y sus ciudades, necesita energía (petróleo, gas, electricidad). Energía de todas partes. Y de todas las fuentes.
Por ello necesitan petróleo, gas natural, necesitan energías renovables y nuclear. Con relación a la nuclear está demostrado que es menos contaminante, inclusive. Y hasta el gas, en Europa, fue reclasificado como “verde” para ayudar a la transición.
Lo que pasa es sencillo: el fundamentalismo verde odia a Trump y piensa que el mundo se moverá únicamente con hidro, solar y eólica, y no entiende que para que ello ocurra, y lleguemos incluso a usar hidrógeno, necesitamos como puente de transición al gas natural. Y vuelvo a ratificar que, con relación al petróleo, no dejará de ser utilizado, al menos no en los próximos 75 años.
Ciertamente la política de Trump de darle énfasis a la exploración/explotación de petróleo y gas es fuerte y evidente, pero no es menos cierto que las técnicas de explotación y refinación de fósiles mejoraron ambientalmente mucho. Y que, de todas maneras, dio un claro impulso a los vehículos eléctricos de su amigo Elon Musk. Trump sabe perfectamente que un mundo movido a electricidad vía renovables es irreversible y es una tendencia no sólo ambiental, sino económica. Y para ello la tecnología está avanzado a pasos agigantados. Algunos cuestionan que se haya retirado del acuerdo de París: la explicación es casi obvia: los fundamentalistas quieren que Estados Unidos y Europa dejen de usar fósiles, pero se hacen la vista gorda con respecto al uso de carbón de la China comunista. De manera que es muy sencillo exigir cuando usted no va a cumplir.
Un par de ejemplos relacionados con las tarifas: las nuevas tarifas aplicadas por Trump, prácticamente al mundo entero, en reciprocidad a lo que el mundo aplica a Estados Unidos, es posible que de alguna manera afecten ventas de energía entre Estados Unidos, Canadá y México, aunque el impacto varía según el tipo de energía y las respuestas de cada país.
En marzo de 2025, Trump impuso tarifas del 25% a bienes de Canadá y México, con una tarifa reducida del 10% específicamente para recursos energéticos canadienses (petróleo, gas y electricidad). Esto busca presionar a ambos países en temas como inmigración y fentanilo, pero tiene efectos económicos directos en el comercio energético.
Ya dijimos hasta el cansancio que como Estados Unidos requiere mucha energía -petróleo, gas, electricidad (en todas sus formas de generación)- busca prácticamente en todo el mundo a proveedores eficientes. Canadá es uno de los mayores proveedores de petróleo crudo a Estados Unidos, país al que exporta cerca de 4,3 millones bpd (barriles petróleo/diarios en 2024 U.S., Energy Information Administration). Una tarifa del 10% incrementa los costos para refinadores estadounidenses, especialmente en el Medio Oeste, donde no hay sustitutos inmediatos para el crudo pesado canadiense. Esto podría conducir a una reducción de la demanda de petróleo canadiense en aproximadamente 50.000 bpd en Estados Unidos, afectando ventas totales de Canadá.
México, que exporta alrededor de 600.000 bpd a Estados Unidos y es el mayor receptor de exportaciones estadounidenses de gas natural y productos refinados (American Action Forum, 10 de marzo de 2025), enfrenta una tarifa del 25%. Esto encarece su crudo para las refinerías del Golfo de México, potencialmente reduciendo las importaciones estadounidenses y llevando a México a buscar mercados alternativos en América Latina.
Siendo así, muchos cuestionan abiertamente el espíritu de Trump en la transición energética. Ciertamente está Trump centrado en promoción del petróleo y gas promoviendo su enfoque y agenda "drill, baby, drill", enfocándose en maximizar la producción de petróleo y gas; pero no es evidente que Estados Unidos -ni que Trump- dejen de usar o desestimen la generación eléctrica renovable, que está superando, de a poco y con tecnología, la crítica de que aún son "costosas e intermitentes".
Alguien dirá que las tarifas a bienes de China (10% adicional) afectan la importación de componentes clave para la energía solar y eólica, como paneles y baterías, de las cuales China produce 75% de las baterías de litio globales (International Energy Agency); es posible, pero de alguna manera motiva a que hayan mejores avances tecnológicos y que hayan inversiones norteamericanas en llenar ese vacío y evitar que China comunista se llene de dólares con venta de esos productos.
El mundo no se detiene, seguirá creciendo y requiriendo energía.
@BorisSGomez