
Por equipo editorial
Desde tiempos del chavismo, siendo Aristóbulo Istúriz el ministro de Educación, comenzó una praxis perversa -que ha continuado con el madurismo- de desaparecer la educación religiosa de las instituciones oficiales con la infeliz tesis de una "educación laica".
Casi dos décadas después de que fue ejecutada tal acción, si nos atenemos a la propia realidad del madurismo, quienes por intermedio del "fiscal" Tarek William Saab han reconocido que existe una mayor cantidad de adolescentes criminales y que por ello son encarcelados, comprobamos que la educación madurista ha sido un fracaso junto con la pérdida de valores, que se convirtió en una constante al faltar la educación religiosa. Esto generó como efecto inmediato un aumento de la delincuencia entre adolescentes y por ende el fracaso de la "educación laica". La "justicia" debería de liberar de manera inmediata a los adolescentes que aún se encuentran de manera injusta tras las rejas.
La equivocada decisión de eliminar la educación religiosa por parte del ministerio del área solo tuvo un infeliz tinte político con el propósito de separar a los sacerdotes y estructuras católicas de las aulas de clase. Y es que en tiempos en los que el régimen resulta ser el primero en pedir el retorno de la educación familiar y en enaltecer valores, pareciera estar reconociendo de manera directa su error tanto pedagógico como de aspectos teológicos, pues además de haber una ruptura entre estos y el conocimiento del resto de las materias generales, y sobre todo de las ciencias sociales, también demuestran que por donde sea analizada la realidad societaria del país, no solamente la educación religiosa debería volver a todas las aulas, sino que tendría que convertirse en parte del contenido curricular.
Después de eliminar la educación católica de los planteles oficiales, el madurismo se ha vuelto muy próximo a los denominados "evangélicos". De manera insólita, realiza hasta eventos oficiales con tales grupos e incluso va más allá cuando vemos mal llamados "actos de cultura", siendo praxis de lo que realmente conocemos en cualquier espacio de nuestra geografía como "brujería". Verbigracia, se eliminó una educación religiosa que era impartida por sacerdotes - todos con formación universitaria - para terminar en una beligerancia heterodoxa de múltiples creencias "religiosas" sobre las cuales, es indudable, hoy lo que tenemos es una sociedad más intolerante e irrespetuosa.
La educación religiosa no es un dogma de condiciones inherentes al catolicismo. ¡No! Es un apéndice de valores culturales que entre otras variables del aprendizaje se mueve sobre la base de sentimientos, afectos y amor, que son tan necesarios para incrementar en los seres humanos un eje de fortalecimiento familiar, porque no solo está dirigida a los estudiantes, sino que también se encuentra circunscrita a los padres y representantes, y por supuesto, a los educadores.
En conclusión, no solo los denominados días santos tienen que ser una praxis de reencuentro de fe, en el contexto de la familia venezolana, sino que se hace necesario retomar la educación religiosa en los planteles oficiales como parte de una convivencia que sea cada vez más humana y sobre todo apartada de tintes ideológicos, que son los que han permeado negativamente en la educación de los últimos tiempos. Pidamos a Dios por ello.