La ciudad de Mérida se sintió nuevamente privilegiada y complacida de haber recibido la visita de un hombre talentoso, útil y necesario en estos momentos que vive la patria.
En medio de esta gran incertidumbre, me permito expresarles y asegurarles que en este momento hombres probos referentes de profesionalismo, ética y moral, garantes del ejercicio democrático y defensores de la constitucionalidad se ocupan del tema medular de libertad y justicia que anhelan todos los ciudadanos, que de manera silente y casi clandestina debaten este tema de carácter impostergable en todo el territorio nacional y abierta y públicamente en todo el mundo.
Evidentemente, hemos transitado un camino minado y tortuoso que en los últimos 2 años, guiado por un liderazgo diverso, responsable y comprometido, calificado como emergente, nos ha permitido demostrar al mundo y lo más importante a nosotros mismos, que somos una fuerza mayoritaria inderrotable, que decidió con determinación cambiar para bien y que ahora, luego de una cadena consecutiva de triunfos reconocidos e inobjetables, nos enrumbaron hacia la esperada nueva Venezuela, a pesar de las dificultades aún por superar y miserias que vencer.
A propósito de este pequeño recuento histórico reciente, que generó un ciclo exitoso en la oposición venezolana, tuvimos de visita unos días en nuestro estado al Dr. Jesús María Casal, decano de la Facultad de Derecho de la UCAB, reconocido nacional e internacionalmente por su destacado nivel profesional y su participación como presidente de la Comisión de Primaria en el año 2023, que dio inicio a la gesta libertaria que protagonizó la ciudadanía, indudablemente emancipada de la partidocracia tradicional dominante.
Su visita a tierras andinas generó una gran expectativa, por los resultados e incidencia de sus actividades programadas para atender una agenda académica. Entre ellas, participar como orador de orden en el acto de reconocimiento al fallecido exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia el Dr. Román José Duque Corredor, efectuado en la Academia de Mérida con la coordinación de la Fundación Alberto Adriani, que estuvo representada por el también reconocido tovareño Lic. Nilson Guerra. En el acto fue develado un cuadro al óleo de su imagen que formará parte de la galería de merideños ilustres, que han dado un gran aporte al desarrollo del país. Nativo de la población de Zea, con una larga trayectoria, dejó un legado como escritor, hombre de leyes y grandes ejemplos plasmados en todas sus actuaciones siempre ejemplo de verticalidad, honradez y honorabilidad indiscutible en su vida familiar y profesional.
El Dr. Jesús María Casal, considerado prócer contemporáneo de Venezuela con sus cualidades e impecable desempeño, logró junto con un equipo disciplinado de la sociedad civil y el pueblo venezolano, realizar exitosamente el proceso de primarias de la oposición, en un momento y ambiente de evidente control, dominio, presión, represión y chantaje del régimen socialista, al que finalmente le fue imposible detener, invisibilizar o cuestionar la transparente y empoderada actuación de este inteligente, consciente y sereno venezolano, que sin discusión, por su rectitud y ética tiene ganado un sitial de honor en el corazón y pensamiento de los venezolanos y un reconocimiento documentado en la historia política de este país.
Escuchar las palabras de este interesante visitante, experto en materia constitucional, permitió a representantes de varios sectores académicos, políticos y sociales, disipar algunas dudas, orientarse hacia el futuro y entender la necesidad de mantener y reconfigurar la unidad con criterio de tolerancia y reconocimiento mutuo; y lo más importante, la decidida defensa de la Constitución, sin desdibujarse con el tema electorero diseñado para disgregar y atomizar por medio de la confrontación los logros alcanzados.
A mi entender, asumo como premisa, luego de escucharlo detenidamente en sus exposiciones, que el mensaje sigue siendo claro, se debe mantener el debate y la acción política para contrarrestar la pretensión del sistema socialista, de reformar la Constitución vigente, aquella propulsada por el difunto comandante Chávez, quien en su momento se ufanaba de haber logrado por medio de una constituyente un nuevo pacto social, que luego de dos décadas llevó a la nación a la ruina económica y moral y a toda la sociedad venezolana a convivir forzosamente con la pobreza, las miseria y la corrupción. Parte de esta realidad se debe a la violación premeditada, permanente y sistemática de su articulado y la desaplicación de su contenido, convertido en letra muerta. De allí la explicación del origen de la pérdida del Estado de derecho y la violación permanente de los derechos fundamentales que ha propulsado un Estado con autoridades trogloditas que abusan del poder y se niegan a entregarlo por la vía democrática.
Nuestra actual Constitución, considerada moderna, etiquetada de bolivariana y chavista, por cierto ambos términos antagónicos en lo conceptual, siendo este último elemento instrumento de tergiversación, distorsión y manipulación de la historia, luego de su promulgación, dejaba atrás una era democrática denominada cuarta república, para dar paso a la hoy moribunda y fracasada quinta república.
Esta era revolucionaria forjada por el militarismo depredador cuyo máximo exponente decretó públicamente la muerte de la Constitución de 1961 sufre los rigores del autoritarismo que decreta en las sombras, el oscurantismo y el secuestro institucional la muerte de la Constitución del año 1999 para consolidar un nuevo esquema de la revolución chavista -ahora madurista- que murió para dar paso al adefesio comunal que propulsa el sucesor en la conducción e implantación del modelo socialista que lleva 25 años de construcción, según sus líderes o caras visibles, que a esta fecha solo representan una minoría pero acorralan y asfixian a la mayoría del país.
La crisis política, económica y social no ha podido ser superada. La situación de ingobernabilidad es evidente, el estado de postración cubre todos los aspectos de la vida nacional y la salida electoral está atrapada entre el fraude continuado y el mandato polarizado de dos visiones de país que cierran la puerta al ejercicio de la pluralidad y la sana competencia. El sistema electoral está en entredicho y cualquiera sea el escenario futuro es difícil que recupere su imagen, estando controlado por el Poder Ejecutivo, el cual no es reconocido por la mayoría del pueblo venezolano y gran parte de la comunidad internacional que se esfuerza por lograr una salida explorando varias opciones, todas en desarrollo.
Esbozo estos conceptos ajustados a los hechos públicos, visibles y notorios que abrieron paso al despertar a la Venezuela dormida, que luego de las primarias batalló y transitó con éxito la vía electoral dejando claro dónde está ubicada la mayoría y la necesidad imperiosa del cambio de modelo lacerante de la condición humana que se niega a reconocer su fracaso y pretende seguir sustentándose por la fuerza la imposición.
Esto nos obliga a todos los venezolanos, incluyendo a quienes respaldan por cualquier razón al sector oficialista, a invocar a nuestra Constitución para exigir su cumplimiento y, lo más importante en este momento, evitar las pretensiones del sistema imperante de reformarla. El llamado a todos los venezolanos es a activarse y el mandato a la dirigencia emergente es a actuar con responsabilidad, integración y respeto a todos los sectores que están desactivados, desinformados y a la expectativa, pero prestos a cooperar. Los ciudadanos deben declararse en emergencia y actuar en consecuencia. La omisión es tan responsable de un daño irreparable en el futuro próximo, como el no reconocimiento de los errores cometidos y su rectificación oportuna. Debe delinearse y visibilizarse una dirección política para nuevamente reunificar y recomponer fuerzas donde la Constitución vigente en mano forme un muro de contención al avance del totalitarismo.
Recuerden, las elecciones convocadas crean una confrontación y división entre los venezolanos demócratas que se acentúa por la crisis conocida de los partidos políticos. Independientemente de las diferentes posturas y visiones frente una convocatoria de esta naturaleza, tengamos presente que el objetivo real del régimen es la reforma constitucional.