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Semana internacional movida

La semana que acaba de concluir ha sido de las más movidas y sorprendentes de los últimos tiempos causando confusiones, disgustos, disculpas, etcétera No es extraño que así sea cuando se comprueba que la política exterior del señor Trump lo ha llevado a definir algunos cursos que difieren mucho de las orientaciones  que el país […]
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La semana que acaba de concluir ha sido de las más movidas y sorprendentes de los últimos tiempos causando confusiones, disgustos, disculpas, etcétera

No es extraño que así sea cuando se comprueba que la política exterior del señor Trump lo ha llevado a definir algunos cursos que difieren mucho de las orientaciones  que el país había abrazado durante varias décadas y por lo tanto parecían ya formar parte del acervo de la convivencia internacional.

A cuenta de la nueva doctrina MAGA (Make America Great Again) se están anunciando y en algunos casos comenzando a ejecutar las novedosas políticas qué parecen haber subyugado a amplios sectores de la sociedad norteamericana, siendo especialmente atractivas para la clase media, que ha sido la más golpeada por el rumbo que llevaba la administración Biden.

A ese sector socio/económico resulta grato que su país vaya a defender su producción industrial interna aplicando aranceles aduaneros a los bienes que ingresen de otros países.

Las gradas celebran con satisfacción la imposición de esos aranceles con distintos países sin tomar en cuenta que, por ejemplo, un televisor fabricado en China tendría que satisfacer un arancel aduanero calculado en 25% “ad valorem”, lo cual incrementará el precio final del artículo haciendo que ese mismo televisor que hasta hoy costaba 500 dólares pase a costar 600 dólares. ¿De qué bolsillo saldrá el importe generado por el cobro de esos aranceles? Pues del bolsillo del comprador del producto, lo que de esa manera afectará al consumidor norteamericano y reducirá las ventas.

De la misma manera, un bien norteamericano exportado a China, México, Canadá, Europa, etc., también subirá de precio en su destino cuando  a su costo se aplique el monto del arancel en el entendido que los mismos serán recíprocos. Ello permite concluir que si los bienes producidos en Estados Unidos incrementan su precio, la competitividad y las ventas también disminuirán.

La situación arriba descrita vendría a revertir la tendencia del comercio internacional cuya libertad casi siempre fue parte central de la política estadounidense. Ello sin contar que tanto Estados Unidos como casi todos los restantes países del mundo son parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC) cuyo objetivo ha sido y sigue siendo promover y velar por la libertad del comercio mundial. Así las cosas intuimos que posiblemente no sea legal para Estados Unidos ignorar unilateralmente los principios a los cuales se comprometieron al incorporarse a la OMC que hoy, como ya señalamos, agrupa a casi todos los países del mundo, incluyendo Rusia y China.  

Es una lástima que Estados Unidos esté centrando su política exterior prioritariamente en el manejo de aranceles a modo de premio o castigo cuando el mundo tiene también otros temas tan o más importantes que tratar como son la paz, la salud, los derechos humanos, el ambiente, etc., que en su conjunto constituyen el marco general para el relacionamiento pacífico y civilizado de las naciones.

Pero la guinda de la torta de la semana fue el incidente habido en la Oficina Oval de la Casa Blanca entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo de Ucrania, Volodimir Zelenski, a todas luces un bochorno, no tanto por la elevación del tono sino porque ello se haya escenificado frente a los medios de comunicación que, naturalmente, aprovecharon el hecho para darle difusión universal.

Para quienes no tuvieron la oportunidad de presenciar todo el encuentro es bueno que sepan que el mismo transcurrió con formalidad, algo tensa sí, durante 27 minutos en los cuales los presidentes intercambiaron opiniones; el señor Zelenski le mostró al presidente Trump un buen número de fotografías que revelan los daños causados por los ataques rusos, todo lo cual Trump atendió con normalidad. Fue en los últimos tres o cuatro minutos cuando ardió Troya con la petición del ucraniano para que el acuerdo a suscribirse de seguidas incluyera una cláusula de garantía de defensa para su país. Allí fue cuando  las diferencias que debieron discutirse en la mesa de negociación salieron a relucir bastante feamente.

En Europa se ha instalado el sentimiento -justificado en nuestra opinión- de que la zona ha sido abandonada por Estados Unidos, lo cual a corto plazo puede no ser relevante, pero uno nunca sabe lo que depara la historia. En todo caso, no parece insólito sugerir que quienes necesitan ser protegidos, y tienen con qué  hacerlo, debieran en primer lugar utilizar todos los recursos a su disposición. Sea como fuere, Trump ganó la disputa toda vez que Zelenski en tiempo récord se vio en la necesidad de “arrugar” con tal de “agarrar aunque sea fallo”. 

Por último, la causa de la restitución democrática para Venezuela pareció regresar al radar de Washington expresada en el viaje del secretario de Estado a Latinoamérica, la misión de rescate de rehenes llevada a cabo por Mr. Grenell  y, por último, la revocación de las licencias y otros beneficios a la contratista petrolera Chevron y otras  acciones conexas con empresas de servicios y bonistas que tienen por objeto privar al régimen de un muy significativo ingreso, lo que se espera resulte en dificultades que obliguen a Maduro & Cía. a asumir si no llegan a entender que solo una transición pacífica y negociada, con respeto al resultado del 28J, es la única salida posible  con alguna garantía para ellos y sus familiares.

apsalgueiro1@gmail.com

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