Debo aclarar que la “necesidad social” citada no la defino como un cliché político, quizás estoy más cercano, aunque no del todo de acuerdo con: Maslo en el sentido de que la necesidad social debe apuntar hacia: el amor, la aceptación y la pertenencia dentro de un grupo. Acepto esa teoría psicológica de sus cinco niveles pirámides, solo quiero agregarle algo.
La ética es la rama de la Filosofía que estudia la conducta humana, es decir, el aspecto conductual que nos hace diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo moral y lo inmoral. La ética es la representación de nuestra conciencia en sus diversas maneras de discernir una situación.
Mucho antes de que Dios le entregase a Moisés en el Monte Sinaí la tabla con los diez mandamientos que son norma en la iglesia de Cristo, ya el pensamiento filosófico intuía la necesidad de administrar con cautela los sentimientos nobles o innobles de los seres humanos.
Para Platón la ética era el carácter desarrollado a través del hábito, mientras que Aristóteles afirmaba que las virtudes eran partes de las costumbres. Debo coincidir con Platón en que es parte del ser humano centrarnos en la búsqueda de una vida justa y armónica, de tener un equilibrio mental y espiritual entre cuerpo, alma e intelecto. La virtud, el coraje, la fortaleza, la justicia y la templanza son conductas humanas relacionadas directamente con la sabiduría, el estudio y el conocimiento.
Muchos años han pasado desde que Sócrates, Platón y Aristóteles, luego Descartes, Spinoza, Kant, Hegel, Mark, Darwin y Freud, han sido intérpretes del pensamiento filosófico universal. Tengo que reconocer que Albert Camus nos ha dado la perspectiva de lo inútil del vivir o de esa necesidad espiritual ya suficientemente explotada por la Iglesia de creer en un solo Dios capaz de solucionar todos nuestros asuntos. Al Dios de los diez mandamientos de obligatorio cumplimiento, ni sus propios apóstoles son capaces de cumplir, amén del oscurantismo vivido hasta el siglo previo al Renacimiento.
“El que no sabe llevar su propia contabilidad por espacio de tres mil años, se queda como un ignorante en la oscuridad y solo vive al día…” Goethe.
La falta de ética y de principios morales está destruyendo al país y al mundo, a la civilización y a todo lo que el mismo hombre con tantos miles de años de esfuerzo construyó. Lo construyó justamente para dejar a un lado su pasado y su origen como ser humano violento y no pensante. Esta frase la expreso con mucho coraje y tristeza. En nuestras universidades se formó académicamente a los jóvenes de una generación que luego apuntalaron la economía del país hasta lograr el mayor progreso económico, social y empresarial en este país. Los hijos de maestros, bachilleres, obreros, amas de casas lo hicieron posible gracias a una democracia que sin mezquindad y con defectos lo hizo realidad
La ética en la Facultad de Ingeniería donde obtuve mi grado como ingeniero, era una materia de pensum obligatorio. La honestidad y la moralidad fueron obligatorias en mi educación familiar. Dos de mis hermanos y un sobrino fueron cadetes y oficiales en las Escuelas de Formación de Oficiales de las academias militares. Fueron alumnos de los mismos profesores que alguna vez me instruyeron en la universidad. Y tuvieron la misma formación familiar. Cada uno de ellos es un digno representante del comportamiento moral y ético. La familia es un núcleo imprescindible
Han pasado muchos años desde que, en representación de todos los graduandos en el aula magna de la Universidad de los Andes, me tocó ser la voz de todas las promociones de Ingeniería y de los graduados de la Facultad de Arquitectura. Todos me eligieron por mis cualidades. Recibí mi título con honor, con gallardía, con el compromiso de seguir el camino que me enseñaron los docentes. Mi familia y el entonces vicerrector administrativo, Dr. German Altuve. Ejemplo de virtudes. Ni el conocimiento ni los profesionales son valorados en estos tiempos de autoritarismo, de militarismo y de torpeza. Eso no amilana el esfuerzo que por pura ética jamás dejaría de lado para legar mis enseñanzas a las nuevas generaciones.
Siempre encontraremos algún alumno interesado en aprender lo mejor que tenemos como ser humano, que tiene el mismo plan.