
La historia de las migraciones es tan antigua como el inicio de la humanidad. Desde los albores del primer éxodo, el de nuestros abuelos Adán y Eva en las Sagradas Escrituras, hasta las fugas en taparrabos de las migraciones en las preconquistas de las potencias mundiales de antaño y del presente ya sea por causas naturales, guerras u otras circunstancias. Pero las existentes con la llegada del comunismo en todo el planeta no tienen nombre. Desde Rusia en 1917 hasta la actualidad esta crisis no ha parado un solo día, a pesar del supuesto fin de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín. Entonces, a grandes enfermedades, grandes sanaciones. No queda más que erradicar dicho sistema de la faz de la Tierra. Así de sencillo, paradigmático, controversial y difícil, es la única salida para un feliz destino de la humanidad.
En el caso de los países latinoamericanos, hay que hacerle ver a sus ciudadanías que expulsen esa perversa vacuna doctrinaria y luego, con la presión internacional —pero de verdad y no de medias tintas—, dialogar en primera instancia, junto a la presión ciudadana y política partidaria, con los caudillos de los regímenes que integran al disparatado socialismo del siglo XXI, como única gran salida para propiciar el fin de las dictaduras que lo integran.
De haber otra salida, pero eficaz y certera y no de arrebatos de falsos opositores y clausuradas sociedades civiles, abandonamos esta y nos sumamos de pies a cabezas a cualquier otra que, insisto, siendo real, logre destronar a dicho inoperante y aberrante sistema.
La situación actual con el parole humanitario, obra del expresidente Joe Biden, es que está llegando a su fin que es de 2 años, eso es un hecho incuestionable; pero también a su peor momento por la aplicación de medidas de parte de la administración del mandatario Donald Trump, cuya gestión republicana es impreciso juzgarla a casi dos meses de su inicio a no ser por el puntaje de las encuestas sobre sus hechos, avalando o no sus decisiones.
No se debe olvidar que este programa incluía la posibilidad de que sus beneficiarios pudieran optar a otros programas migratorios como parte de la herencia humanitaria de esta gran nación, avalada por republicanos y demócratas en sus cargos presidenciales, como Reagan, Bush o Clinton, entre otros.
Bajo esta perspectiva, debemos irnos a los orígenes de las causas y estas, como ya dijimos, están en la implantación conspirativa del comunismo y sus secuelas contemporáneas, por lo que este es el momento más propicio para proseguir la lucha atacando sin ascos ni reservas a este sistema y todos sus tentáculos de influencia, desde la política mediante el diálogo para salir de estas, convocar a elecciones libres y defender en el futuro, hasta con los dientes, ese patrimonio universal y precioso como el oro o el agua llamado libertad y democracia.
Estados Unidos y más propiamente el presidente Trump tiene en sus manos la gran oportunidad ante esta crisis: apoyar franca y solidariamente con la presión cívica de la diplomacia mundial, erradicar el socialismo del siglo XXI en los países donde se ha enquistado, el mundo civilizado lo repudia y sus pueblos oprimidos lo rechazan.
Usted, presidente Trump, ya lo está haciendo con Ucrania y Medio Oriente. ¿Por qué no en las naciones secuestradas por este sistema en Latinoamérica? ¿Por qué nosotros no? Así podrán retornar miles a sus países, terminar esta horrorosa pesadilla de deportaciones y beber el vino sagrado y feliz del retorno a la libertad y la democracia.
El autor es escritor, político y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista Internacional