La idea central de la sociedad, incluso de los más o menos ambientalistas, es reducir GEI gases de efecto invernadero y reducir consumo de carbón y fósiles, dando prioridad a un mix en el que cada vez más esté la presencia de renovables (solar y eólica, principalmente), dando pie además a la nuclear y a la naciente industria del hidrógeno. Sin descuidar al gas natural que es utilizado “de transición”, como lo tenemos ampliamente expuesto.
En ese orden urge “atacar” el tema desde diversas aproximaciones. Una de ellas es China, el régimen chino debe dejar de consumir tanto carbón y someterse a los acuerdos a los que Europa y Estados Unidos se sometieron hasta casi ahogar su propia economía. Por ello Trump se retiró del Acuerdo de París. Porque le parece -y coincido- injusto que sólo Estados Unidos se someta a duras regulaciones para llevar a metas de la transición energética mientras que el régimen comunista chino sigue haciendo y deshaciendo. Pero bueno, otro approach es el sistema de transporte a nivel global: que, cifras más o cifras menos, es responsable de más del 30% de emisiones de CO2.
Entre las varias soluciones a esta transición están los biocombustibles que son los combustibles obtenidos mediante el tratamiento físico/químico de biomasa o de residuos orgánicos.
Muchos países ya utilizan esta “mezcla” con combustibles fósiles tradicionales.
Los biocombustibles ya en el mercado: bioetanol (para transporte en motores de combustión interna de gasolina); biodiésel (para motores diésel) o el biogás (tanto para vehículos, cuanto para generación de electricidad).

Los biocombustibles provienen de caña de azúcar, remolacha o melaza; cereales como el trigo, cebada o el maíz; o aceites como palma o girasol. (biocombustibles de primera generación); los avanzados producidos fundamentalmente a partir de residuos sólidos urbanos o de biomasa (segunda generación); y los biocombustibles avanzados se obtienen, principalmente, a través de las algas (tercera generación) (Ver clasificación en: AOP Asociación Española de Operadores en Productos Petrolíferos).
Los biocombustibles no agregan CO2 a la atmosfera, que es absorbido de nuevo por las plantas, que lo transformarán en biomasa.
La situación de la industria de biocombustibles en América Latina es dinámica y varía significativamente entre países, pero en general se observa un crecimiento y un mayor enfoque en la sostenibilidad.
Brasil, Argentina y Colombia son líderes en la producción de biocombustibles en la región. Brasil destaca por su producción de etanol a partir de caña de azúcar, mientras que Argentina y Colombia tienen una fuerte producción de biodiesel, principalmente de soja y aceite de palma, respectivamente. Sin embargo, la capacidad instalada de Argentina se utiliza a menos del 40%, lo que indica un potencial subutilizado.
La industria enfrenta desafíos como la competencia con los combustibles fósiles, las fluctuaciones en los precios de las materias primas, y las barreras arancelarias internacionales (por ejemplo, con la Unión Europea). Por otro lado, hay oportunidades en la innovación tecnológica para producir biocombustibles de segunda y tercera generación, y en la creciente demanda global por energías renovables.
Hay un fuerte énfasis en la sostenibilidad, con políticas que promueven prácticas de producción que minimicen el impacto ambiental, como la no deforestación y el uso de residuos agrícolas.
La clave es que Latinoamérica pueda comprometerse a tener una regulación técnica común para que inversiones en la industria de biocombustible tengan los mismos estímulos en toda la región. Desde cero impuestos y cargas estatales a equipos, tecnología y mano de obra hasta facilidades de importación de piezas y partes para la industria.
X: @BorisSGomezU