Apóyanos

Rómulo hoy

Recientemente, se cumplieron 117 años del natalicio de Rómulo Betancourt. Y, aunque haya personas que tuvieron y tienen diferencias ideológicas con él, reconocen cada vez más sus grandes aportes históricos, el coraje que demostró para defender a la democracia frente a los radicales de la izquierda y de la derecha literalmente en armas, así como […]
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

Recientemente, se cumplieron 117 años del natalicio de Rómulo Betancourt. Y, aunque haya personas que tuvieron y tienen diferencias ideológicas con él, reconocen cada vez más sus grandes aportes históricos, el coraje que demostró para defender a la democracia frente a los radicales de la izquierda y de la derecha literalmente en armas, así como el conocimiento que tuvo y la orientación que le dio a nuestras riquezas naturales especialmente al petróleo como una política de Estado, entre otros logros.

Inevitable escribir sobre el guatireño cada vez que meditamos sobre las circunstancias actuales, reacios a hacer un cómodo panegírico de ocasión. En efecto, una visión del liderazgo político más reciente, está centrado y afianzado en el heroísmo cinematográfico que es bandera en este siglo; está hecho de nepotismo y de compadrazgos, siendo estridente, bullicioso y pantallero. Betancourt es ejemplo de aquel liderazgo que construyó a la Venezuela independiente, libre y democrática, al asumir una conducta auténtica, de profundas convicciones y entero sentido de responsabilidad.

Por otra parte, Betancourt supo de exilios muy duros tanto, en lo político como en lo económico, desde muy joven; primero, en la universidad al enfrentar a la dictadura de Gómez y, luego de haber ejercido el poder, al encarar la dictadura de Pérez Jiménez, forzado a salir del país. Durante el gobierno de López Contreras, incluso, estuvo en la clandestinidad y, antes de que nuevamente se viese obligado a irse de Venezuela, escribe - obviamente sin firmar - los artículos sobre economía y finanzas para el diario “Ahora”. En los años 50, sufre varios atentados que tienen también como autores intelectuales al generalísimo Chapita Trujillo, dictador dominicano. Aunque corrió el rumor de que la policía de López le había arrancado una oreja, como lo reseña Arturo Sosa en “El programa nacionalista. Izquierda y modernización /1937-1939)” (Fundación Rómulo Betancourt, Caracas, 1994).

Ni afuera ni adentro del país, Betancourt nunca se esmeró en presentarse como una suerte de Súperman que además era capaz de escapársele a los esbirros como lo demostró en varias oportunidades en el transcurrir de su lucha por conseguir el camino democrático, no ponía en peligro el pellejo de los demás, y vaya que sus planteamientos era consistentes y profundos. Llevó una vida de austeridad y no dejó de comunicarse con los amigos y simpatizantes que lo requirieran. A esto sí puede llamársele heroico, pues no es una invención de cuentos.

Por otro lado, Betancourt hizo política y no relaciones públicas, hizo partido y no un club de fans como el mecanismo idóneo para hacer la política, y puso a sus familiares y amigos personales en su justa y respetabilísima dimensión. Esto quiere decir que valoraba y sobre todo respetaba mucho a los dirigentes políticos, propios y ajenos, con grandes y pequeñas responsabilidades, y al tratarse de actos, reconocimientos y reuniones políticas, asistía o delegaba en los políticos con los que hacía política. El nepotismo era impensable para él. Su señora esposa, Carmen Valverde, siempre fue discreta, y nadie jamás se planteó que, por ese vínculo familiar, hubiese sido concejal, parlamentaria, ministro, o un queridísimo amigo de la infancia o un primo-hermano que por casualidad estuviera en México, le pasara por encima a Andrés Eloy Blanco (por citar un caso), en un acto, en un reconocimiento, una reunión política. Sin embargo, el nepotismo y el compadrazgo es propio del presente siglo, imposible de aceptar cuando se trata de liberar a Venezuela. Entonces, el guatireño no cuadra con una risita de pasta dental, las poses fotográficas, las campañas digitales, que sólo crea narcisismo y pura bulla.

Hoy más que nunca reivindicamos el nombre de Rómulo Betancourt y sus preceptos en los tiempos presentes, para un país que reclama la realización plena de las libertades públicas y políticas, donde no existen las mínimas garantías indispensables para el desarrollo democrático, por la generalizada persecución y represión hacia el pueblo que participó e hizo las naturales y pacíficas diligencias por salvaguardar el valor y la trascendencia del voto en Venezuela. Copiemos sus conductas, y respetemos siempre a los que luchan de nuestro lado. Para lograr una Venezuela libre, y realmente de todos los venezolanos.

IG, X: @freddyamarcano

Relacionadas