Veinte segundos. El tiempo que tenía McKlopedia para hacer historia era corto, pero suficiente. Lo que ocurrió el 29 de enero en Madrid fue épico, como diría su gran amigo, casi hermano, Canserbero.
Piezas, campeón nacional 2008, su contrincante en la batalla final de 5 vidas: Edición 20 años de rimas de Red Bull, estaba en problemas. Había perdido su in-ear. Y sin monitor intrauditivo que lo ayudase a conseguir su beat, Mcklopedia sólo pensaba en cómo atacar. Era todo o nada.
Miraba fijo. A nada en específico. No existían ni luces, fanaticada, host o jueces. Respiraba hondo, no sudaba. Estaba disociado de la realidad, recuerda. “No estoy ahí”. Se convirtió en sus ataques, dice. Se transformó en rima, verso y lírica.
Fue (es) una máquina de las que escriben, pero también de las que enseña y educa.
“Sigo asesinando, sigo aniquilando al Piezas. Sí iba a pasar, quién lo diría, qué Ramsés practicaría y se esforzaría. Que otra vez en Madrid, se coronaría… Yo solo estoy cumpliendo con la profecía. Esto es free real. Yo no tengo miedo, yo soy real. Sí, estás bien jodido. Me hablas mal de Venezuela, tranquilo que ya te recibimos”.
Ganó con ese verso. Nunca se percibió perdiendo. Su conversación personal jamás lo llevó a pensar en un rival más fuerte que su misma mente o voz. Anuló toda probabilidad de fallar cuando su concentración tomó las riendas de la competencia. Sabía que eso rendiría los frutos que obtuvo.
McKlopedia, la leyenda
Su racha fue impecable. Expertos, críticos, fanáticos y hasta detractores coincidieron en una palabra: legendario.
Había recuperado su estatus a pesar de solo haber tenido 20 días para practicar y con una depresión que le cambió la vida así como la subestimación no solo de la escena sino de sus pares, fanáticos y de un país que poco cree en el género.
Ha perdido muchas batallas a lo largo de su vida, musicales y personales. Y después de la ganada, está claro: “No tengo que demostrarle nada a nadie. Lo que tuve que demostrar, ya lo hice. De eso, hace años. Yo estoy en la élite y nadie puede arrebatarme eso. Fundamenté parte de lo que es el freestyle moderno en Venezuela y Latinoamérica. Desaparecí por unos años y, con todo en contra, volví y gané. Ya lo logré”.
Muchos aseguran que, tras su victoria, que cayó por sorpresa no por ganar sino por participar, revivió la cultura del hip hop venezolano. McKlopedia insiste, por el contrario, que no se redimió. Tampoco revivió nada. Lo que hizo fue demostrar que nunca se había ido.
“No es algo triunfalista. Para mí no es una cuestión de ser esto o aquello. Soy un ser humano bastante común, con demasiados trips (experiencias) y bastantes issues (problemas). No me considero especial”, subraya.
Tal vez no Ramsés Meneses, su nombre de pila. Pero sí McKlopedia, el freestalero que se enfrentó a Asesino, el mejor de todos los tiempos, en una batalla en la que salió vencedor tras 7 años de estar retirado. “Estas cosas son las que te hacen leyenda”, afirmó.
“No es un slogan o un discurso. Es Teorema, Kaiser, Chuty, Gazir, Duki, Paulo Londra o Killah, es la comunidad de rap y el freestyle en español, diciéndome que soy una leyenda al darme la mano o al saludarme. No soy yo, es lo que hago”.
El dinero construye imperios, pero destruye almas
McKlopedia vive desde hace 11 años en México, país al que llama su segunda casa. Pero regresa a Venezuela siempre que puede. Allá lo acompañan su esposa, su suegra y sus 3 pequeños hijos. Viven todos juntos, felices. Después de meses entre tantas tribulaciones, puede decir, al fin, que se siente en paz. Tranquilo. En amor con los suyos. “Lo más importante que tengo”.
Realizado. Así se siente con el triunfo de 5 Vidas que obtuvo en Madrid, España. Y ve lo que ocurrió con humildad, desde la trasformación. Sobre todo, a sabiendas de lo duro y tóxico que se ha vuelto el mundo del hip hop.
“Quería celebrarlo, recordarlo y tenerlo presente de una manera honesta, sin egos. Los enfrentamientos son rudos, hay groserías e insultos y el espíritu competitivo se vuelve difuso”.
Explicó lo compleja que se ha vuelto la escena musical. “Antes no había tanto en riesgo a nivel económico. Hoy lo es todo”, apunta.
Hoy es un improvisador de élite que gana más de 2.000 dólares por batalla. Los precios parten en 1.500, y de ahí pueden llegar hasta los 11 o 12 mil dólares por batalla, dependiendo de quién seas.
“El freestyle, ha crecido como industria, como medio de entretenimiento y negocio. Por eso, hay demasiado en juego”.
Cuando comenzó hace 22 años, describe, no había nada que ganar. “Competías para que te aplaudieran y para hacerte un nombre. La toxicidad es enorme y la interacción entre los improvisadores, antes muy tranquila, hoy es bestial. Y es porque hay buena plata, es mucho dinero”.
A la gente le gusta eso, el hate (odio), dice.
“Dentro de las batallas hay groserías, insultos, sangre y muerte. Así tiene que ser. El leitmotiv es enfrentarse a través de la palabra para desconcentrar. Y es peor fuera de competencia: en entrevistas, camerinos, ruedas de prensa. El ego lo es todo hoy cuando en épocas pasadas no lo era. Y el punto de origen es el dinero. Nadie quiere perder”, manifestó.
¿Y a McKlopedia le interesa el dinero? Sí y no, aclara. Siempre fue un alma desprendida a la que le daba igual todo. “Pero con el paso de los años y al crear una familia numerosa, la motivación es diferente. Nunca tuve ambiciones en la música, pero ahora sí y eso tiene como origen mi familia. Quiero brindarles bienestar, que no tengan necesidades, por ejemplo”.
Esa estabilidad puede conseguirlas a través de batallas como 5 Vidas, cuya rentabilidad puede aliviar muchos gastos durante un buen tiempo. Por eso, en parte, decidió freestalear.
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Cuando el equipo de Red Bull lo contactó en noviembre de 2024, le preguntaron si quería ser juez o si, tal vez, se animaba a participar. Sería solo para reunir a los OG (los originales), la primera generación de improvisadores. Dijo que no, pero lo reflexionó y cambió de opinión al entender lo que significaría en cuanto a nombre y dinero.
Está manifestando su aparición en dos batallas más: la Red Bull Internacional, la más grande de la marca, en Argentina, y la Clasificación FMS World Series 2025, que incluirá a leyendas y gente muy especial del género.
“Fuera de esto, evito las batallas pequeñas. Prefiero dedicarme 6 meses a prepararme para batallas que dejen muy buena paga, no a los niveles inferiores que requieran tiempo y esfuerzo igual, pero donde no haya tanto retorno. Es un trabajón”, indicó.
El flow andante
“Volvió la magia del free, regresó ‘el flow’”, “todo rey merece su corona”, “Ramsés era un adelantado a su época, qué bueno ver su flow después de tanto tiempo”. Y así, cientos de visualizaciones acompañadas de comentarios se van acumulando en el mundo digital desde que se volvió a escuchar.
Flow es una palabra que utilizaban los raperos de Estados Unidos en los 80 y 90 para definir la cadencia rítmica y la musicalidad de un intérprete. No obstante, también es sinónimo de McKlopedia, el arquitecto del verso, el poeta del asfalto.
“Dicen que regresó flow porque me volvieron a escuchar rapeando y haciendo melodías al mismo tiempo. Quienes me escuchan extrañaban eso”, dijo.
Ramsés, mejor dicho, Mc (siempre Mc), fue el primero de todos los freestaleros que introdujo este tipo de riqueza rítmica y melódica dentro de las batallas. Fue el primero en Latam y en español, en incorporar conceptos de canto dentro de las competencias así como variaciones rítmicas ricas y más complejas.
Ramsés es el flow en persona, le dicen. Pero también una enciclopedia. Da clases mientras habla. “En el freestyle está establecido el doble tempo, lo común. Es lo básico. Dentro de eso, hay un espectro gigante de formas para hacerlo, y eso es lo que yo domino”.
¿Cómo y por qué? Porque nació en Venezuela. Culpa al interés que le despertó de adolescente el saber, no sobre carritos, sino sobre folclore y joropo, la música afrovenezolana, el merengue caraqueño y todo lo que engloba a los géneros tradicionales del país, tan ricos en rítmica.
Estudió y indagó cada género, nota y sonido. Los digirió y cuando llegó el rap a su vida ya tenía un universo rítmico en su cabeza admirable.
Y de eso nada ha cambiado. Porque para él, el flow no cambia. Tampoco la musicalidad o el freestyle puro, pero los elementos alrededor sí, es decir, la estrategia, implementación y forma de ataque. Esta manera de pensar lo llevó a ganar en 5 Vidas.
“Si no cambiaba la forma, no ganaba. No es el adversario, no es que sean difíciles de vencer, es el método de ataque. No podía llegar con la misma estructura de hace 20 años”, destaca.
Pam, pam, pam
Pudo haber “desaparecido” y haberle dicho stop a sus presentaciones mientras compartía un café con su depresión, pero no dejó de practicar. Nunca.
Lo hacía en casa, frente a su computadora y con sus beats. Pam, pam, pam. Así improvisó siempre y le daba agilidad a su mente. Algo que seguiría haciendo para construir juegos de palabras, estructuras y contrataques. Así refinó su manera de crear argumentos ganadores.
Todo se resume en Matemáticas, Historia, Lenguaje y Cultura. Hipnosis, vocales y consonantes. Es freestyle de élite, no es un juego. “Son dos minutos que pueden costarte 12 mil dólares, un tremendo sueldo”.
Son dos minutos que, pensándolo bien, lo separaron de la muerte.
“Si me muero, las regalías de Spotify se van a disparar como pasó con Can”, pensó en algún momento entre vaivenes emocionales. No había altos sino bajos. Retirarse tampoco lo evaluó porque, según él, ese paso lo tomaban los artistas que tenían algo que valiera la pena.
No tiene un Grammy, no ha sacado un disco memorable ni tampoco ha pegado canciones como hubiese querido. “Si hay tantas cosas que no he hecho, ¿con qué moral voy a decirle a la gente que me voy a retirar?”, pensaba.
Canserbero había trascendido a través de la música, se dijo. No existe, pero sigue vivo. “Y yo no tenía nada”. O eso creyó. “Para un fan soy valioso, pero para la bola del mundo soy solo una lágrima, no existo. Soy solo el carajo que se hizo viral en TikTok por ganar una batalla, punto y se acabó”.
Para ser alguien, para ser memorable, tendría que ser algo grande a nivel colectivo, se repetía. Era la depresión quien hablaba. No McKlopedia y mucho menos Ramsés.
El ego del que tanto reniega se asomó un instante al comparar su carrera con la de Eminem. También quiere un Óscar, por ejemplo. Pero sabe que no está dispuesto a vender su alma por conseguirlo. Entonces, se da cuenta que ya está ganando, no lo necesita.
“Ganó Ramsés, pero porque es hijo mío”
No sabe si ganará algún premio de renombre, pero explotará cabezas con el disco que saldrá al mercado a finales de 2025: Madre. Algo completamente diferente para él y dedicado, obviamente, a quien le dio la vida.
“Es el todo o nada. Es el trabajo de mi vida. Ese disco definirá si me retiro o no”, señaló. “Es lo único que ambiciono, no por mí sino por ella. Sé que la haría muy feliz, esté donde esté”.
Su madre falleció en 2024 tras un diagnóstico de demencia senil que se la llevó rapidísimo, dice. Aún recuerda los tiempos difíciles, las peleas, los reconcomios y reclamos. Las diferencias que los alejaron por tantos años, pero que al final los reconcilió aquel último día de su vida.
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“Ramsés sacó de mí el talento”, solía decirle ella a la gente. Aunque no era cantante y le reclamaba su vena artística, su madre estaba orgullosa de él. Aunque McKlopedia lo supo justo al final de sus días, cuando cumplió 79 años y los gritos que recibía cambiaron por abrazos, besos, paz y tranquilidad.
Su maternidad la disfrutó tarde. “Eso me afectó mucho. Me dejó muchos traumas, me devastó. 5 Vidas, de alguna manera fue un tributo para ella. Sentí una felicidad que no había tenido ni en batallas ni en mi vida personal. Me quité de encima la oscuridad, el rencor y el dolor. Cambié. Me esforcé por ser una mejor persona, alguien opuesto a lo que era: enfrenté mis errores y malos hábitos”. Y así redescubrió y replanteó su futuro.
“El 2025 será el mejor año de mi vida, viniendo del peor”.
¿Podría intentar llegar al top otra vez, ser uno de los mejores, o el número uno? Claro que puede, pero no quiere. Tiene otras prioridades. “No quiero dedicarle mi 2025 a ser el mejor del mundo, sino a ser mejor persona”.
Con Madre pretende ir más allá de la música. Quiere hablar sobre el tiempo y lo irrecuperable que es. “Estamos tan centrados en la inmediatez y desechamos todo tan rápido, incluso la vida, que vivimos en un loop en donde pensamos que nada cambiará y no es así. Los cambios vienen de la nada, son súbitos e incontrolables. Es importante aprovechar nuestro tiempo para que cuando esos cambios lleguen, al menos estemos preparados, siempre con amor por delante. Amor incondicional”.
