La vuelta de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, el 20 de enero, inauguró una etapa con el potencial riesgo de alterar los equilibrios globales, debido a que cualquier movimiento en la política, de acuerdo con la teoría del caos, acorde con el “Efecto Mariposa”, cualquier pequeña variación en las condiciones iniciales en un sistema determinista no lineal acabará dando lugar a una diferencia mayor en estados posteriores; en cristiano, la más pequeña acción repercute a nivel global
La victoria de Donald Trump en Estados Unidos destaca como principal elemento desestabilizador para la comunidad internacional, se produce en un contexto de incertidumbre sin precedentes, amenazando el futuro económico y político de los afectados. Las tensiones producidas por el señor Trump a nivel global con sus socios naturales: TLCAN; Europa, China OTAN; y la negativa al cambio climático, marcan el paso de su gestión y pone en riesgo la paz mundial. El gobernante americano, en su discurso inaugural, reiteró su ambición, de recuperar el control del Canal de Panamá, la anexión de Canadá y la compra de Groenlandia ideas que han suscitado inquietud dentro de la comunidad internacional.
El desdén de Trump por el orden multilateral se ve agravado por su enfoque bilateral en las relaciones internacionales. Entre las preocupaciones más evidentes que surgieron al momento de tomar posesión, fue su marcado proteccionismo con la imposición de aranceles elevados a los productos extranjeros: 25% aplicable a todos los bienes procedentes de México y Canadá y 10% adicional a las tarifas ya establecidas para las importaciones desde China.
En lo político, el plan Trump sobre Gaza, pretendía “tomar el control” y “adueñarse” del estrecho margen de tierra ubicado a orillas del mar Mediterráneo, limitando con Israel al norte y al este; y por el suroeste con Egipto, el cual contempla la deportación o traslado forzoso de la expulsión forzosa de 2 millones de palestinos de la Franja de Gaza. Un plan con ínfulas inmobiliarias para convertir el enclave, a orillas del mediterráneo, en un trasunto de la "Riviera" francesa, finalmente fracasado por el rechazo de los países árabes, sin tener un plan político detrás.
En esta línea, del intervencionismo “trumpista”, el encuentro en Riad con Rusia sin la participación de Ucrania, representa un cisma de magnitud impredecible, al dejar de lado el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas encargado de mantener la paz y seguridad en el mundo, pudiendo haber recurrido a la “Fórmula Arria” aplicada por el Consejo de Seguridad.
No hay duda de que Trump llegó a la Casa Blanca a imponer un nuevo orden mundial con su veto a los organismos y acuerdos internacionales. Las tempranas acciones y declaraciones de Trump, apenas horas después de su investidura como presidente, han empezado a perfilar su nuevo orden mundial. Dejaron claras sus intenciones las órdenes ejecutivas que firmó. No reconocer a la Corte Penal Internacional junto con sus declaraciones, la retirada del Acuerdo de París sobre el cambio climático, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Pacto negociado en el seno de la OCDE para gravar a las grandes corporaciones multinacionales, representan un adiós de Washington al multilateralismo: y no haber firmado el Estatuto de Roma, se suman a la retórica expansionista del presidente y a su convicción de que "todo el mundo necesita" a Estados Unidos.
El bilateralismo, o las relaciones entre dos estados, puede ser una herramienta útil en la diplomacia, pero también enfrenta varios cuestionamientos como la desigualdad de poder (Asimetría). Los acuerdos bilaterales en muchas oportunidades a menudo se dan entre países con niveles de conocimientos diferentes como los acuerdos de cooperación. Esto puede llevar a que el país más poderoso dicte los términos, resultando en compromisos que favorecen sus intereses sobre los del país más débil. En consecuencia, los países más pequeños pueden tener menos capacidad de negociación y recursos, lo que limita su capacidad para defender sus intereses. Lo que el señor Trump y sus Secretario de Estado, Marcos Rubio, no tienen en cuenta, es que los acuerdos bilaterales, pueden crear un sistema fragmentado de relaciones internacionales, donde algunos países son favorecidos mientras que otros quedan excluidos, el caso de Ucrania y Palestina, lo cual puede llevar a la discriminación.
El auge de la imposición del bilateralismo debilita el multilateralismo, que busca soluciones globales a problemas globales. Los acuerdos bilaterales al estilo de Trump, socan los esfuerzos por construir un sistema internacional más justo y equitativo. Uno de los grandes problemas que puede presentar el bilateralismo de Trump, es a lo largo, la falta de coherencia por la complejidad que se genera con la firma de un gran número de compromisos que crean un sistema complejo y difícil de manejar, con reglas y estándares diferentes en cada relación, lo cual produce inconsistencia por los diferentes compromisos bilaterales, generando confusión e incluso conflictos que pueden terminar en instancias jurisdiccionales.
Las negociaciones bilaterales a menudo se llevan a cabo solo entre las partes, lo cual puede generar dudas razonables sobre la falta de transparencia y la rendición de cuentas. Estos compromisos tienden a centrarse en cuestiones específicas, lo que puede llevar a descuidar otros aspectos importantes de la relación entre los países. Si bien el bilateralismo puede ser útil en ciertas situaciones, es importante ser consciente de sus limitaciones y posibles consecuencias como es el caso de Ucrania y el conflicto Palestino, desconociendo las funciones del Consejo de Seguridad para el mantenimiento de la Paz, cuando el presidente Trump recurre una arreglo bilateral sin la intervención del resto de los miembros del Consejo de Seguridad: China, Inglaterra y Francia.